Me revienta cuando alguien me dice «es que tú sabes mucha informática«. El motivo de mi incomodidad no es la modestia, hace tiempo que superé esa limitación. Los motivos de mi pequeña indignación son varios.
En primer lugar me molesta que me den coba y tiendo a creer que muchos de los halagos que me dirigen son simplemente intentos poco sinceros de obtener algo de mi, en este caso que actúe con arreglo al manual del ‘pringao’.
En segundo lugar los que dicen que sabes mucho de algo le dan una entonación que usarían también para decir «¡que alto eres!«. Es decir creen que saber mucha informática es un don caído del cielo que el altísimo reparte de forma completamente aleatoria. Como la lotería pero sin tener que comprar números.
En tercer lugar la relación entra la admiración profesada y la dificultad del hecho que la motiva no siempre es proporcionada. Es frecuente que los analfabetos informáticos se maravillen porque sabes usar un atajo de teclado que se explica en la primera página del manual y se queden impasibles ante una solución imaginativa que requiere conocimientos avanzados de programación y otras dos o tres capacidades poco frecuentes en la raza humana.
En cuarto lugar y por alguna extraña razón se trata de gente que desconoce completamente el valor del tiempo. Del tiempo que hay que dedicar a lo que te están pidiendo directa o implícitamente, del tiempo que estás dedicando simplemente a escucharles y del enorme caudal de tiempo que has dedicado a aprender las cosas que ellos necesitan y que ellos mismos sabrían si simplemente le hubieran dedicado ese tiempo.
En quinto lugar porque si intentas explicarles algo se niegan a aprenderlo, bajo el pretexto de que ‘son una negación para la informática‘, ‘no se les dan bien esos cacharros‘, ‘son muy torpes‘ o ‘es muy complicado‘. Y naturalmente porque esperan que la próxima vez que tengan un problema, otra vez estareis allí tú y tu ego para que os pasen la mano por la joroba y les soluciones el problema.
En sexto lugar porque encima de pretender que les saques las castañas del fuego andan diciendo por ahí que eres un friqui o simplemente ‘un poco raro‘, consideran que pasas ‘demasiado tiempo en internet‘ como si estuvieran hablando de un alcohólico que vive en el bar de la esquina y luego añaden algo sobre los timos y la pornografía en la red para que todo el mundo entienda la perversidad de tu ‘vicio‘.
Y el séptimo motivo es un simple, sencillo y vigoroso sentimiento de egoísmo. Por regla general no me importan ni la opinión ni las necesidades de quien no está dispuesto a trabajar para resolvérselas y atenderles me distrae de las cosas que si me interesan, impidiendo satisfacer esa curiosidad voraz que me ha hecho dedicar a esto de la informática tantas horas, para llegar a la conclusión contraria a la que me exponen: que todavía quedan muchas cosas que no sé.