He leido un documento que me ha impactado. Se trata de una entrevista publicada por Der Spiegel a un joven economista keniata, James Shikwati, acerca de la ayuda al Tercer Mundo. Como mis conocimientos de alemán no han aumentado aunque aqui puede leerse en inglés, me he beneficiado de la traducción realizada por Juan Ramón Rallo Julián y publicada en su Bitácora «Todo un hombre de Estado».
El argumento del entrevistado es que la ayuda al desarrollo no beneficia a Africa porque impide, precisamente el desarrollo de sus estructuras económicas que no pueden competir con los productos regalados, convirtiendo a los africanos en unos pedigüeños y llenando los bolsillos de los corruptos funcionarios y burócratas.
Quizás me ha llamado más la atención porque hace mucho tiempo que el sistema de solidaridad internacional me provocaba serias dudas. Por una parte lei la exagerada proporción de dinero que las agencias ‘de cooperación’ de Naciones Unidas dedican a sus sedes centrales, a sus sueldos de directivos y funcionarios. Aunque al intentar documentarme me ha sido imposible encontrar una información clara sobre ese aspecto porque en la propia web de la FAO no hay un estadiillo claro con los gastos y presupuesto de la organización.
Por otra parte a mi me da la impresión de que hay una cierta tendencia a la ‘profesionalización’ en las ONG dedicadas a la solidaridad. Cuando recibo publicidad indiscriminada por parte de estas organizaciones, me pongo malo y pienso que no voy a darles ni un duro para que sigan llenándome el buzón de publicidad. Hace muchos años mi padre hizo un donativo a las Misiones Salesianas y no se le ocurrió otra cosa que hacerlo en mi nombre. Desde entonces me bombardean con cartas. Jamás he contestado ninguna, jamás he hecho otra cosa que tirarlas a la basura, pero siguen enviándome cartas. Ya se deben haber gastado mucho más que aquel donativo, espero que pronto se les acabe el presupuesto.
Yo elegí una ONG y a ella dirijo una cantidad. Pequeña, siempre piensa uno que podría hacer mas. Siempre piensa uno que lo hace por lavar su conciencia y pensar que de esa forma se es mas decente y se ha cumplido con la humanidad. La ONG a la que yo envío el dinero no es mucho mejor que las demás. A mi me pareció algo mejor y mi hermana estaba entonces involucrada en la organización. Me pareció también que los proyectos que promovían no eran caridad sino una forma de proporcionar medios básicos de producción, de permitir que la gente se ayudase a si misma.
La verdad es que mientras nosotros elucubramos, mientras yo escribía este artículo, la gente sigue muriendo de hambre y a uno le gustaría saber que lo que hace por evitarlo es realmente efectivo y no más sal en la herida.
Interesante reflexión sobre la credibilidad de las ONG’s. Yo siempre he creido (y algunos acontecimientos lo han corroborado) que se trata de empresas que juegan con los sentimientos de la gente. No es normal que inviertan más en publicidad de lo que reciben en donativos… o al menos, da que pensar, si es razonable que una ONG invierta cantidades astronómicas en publicidad, cuando su filosofía debería ser la de donar el máximo posible a los necesitados.
Ayer edité un nuevo post en mi blog con un video que creo puede interesarles:
http://www.cartonpluma.blogspot.com