Siendo que por las característica de mi trabajo y la legislación vigente no tengo derecho a la huelga, podría parecer atrevido opinar del tema. No obstante, esta huelga de hoy me hace pensar en muchas otras cuestiones que al respecto me han sorprendido durante mucho tiempo.
Recuerdo que siendo todavía un niño, mi padre contó que un trabajador de la fábrica en que trabajaba, al que yo conocía, había muerto en un accidente con su ciclomotor. El accidente no había sido en transito hacia o desde el trabajo, pero los trabajadores decidieron hacer un día de huelga en señal de «solidaridad«. Mi padre decía que si realmente querían mostrar su solidaridad con la viuda, deberían haber trabajado ese día y haberle cedido un día de su sueldo. Me pareció una observación llena de lógica. Entonces ¿Por qué las cosas no funcionan así?.
Sencillamente es debido a la naturaleza humana. Es más fácil llamar al desorden que organizar acciones de protesta real. Para faltar al trabajo, gritar y manifestarse en la calle es más fácil reclutar gente que para trabajar en las oficinas de una organización obrera, acudir durante el tiempo que haga falta, siempre fuera de horas de trabajo, a la puerta de la fabrica a pasearse con una pancarta o trabajar y luego aportar el sueldo para los que realmente están sufriendo la crisis y el desempleo.
En el universo la entropía aumenta y es más fácil llamar al caos que al orden, como es más fácil empujar cuesta abajo que cuesta arriba.
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