El Microscopio

Los juguetes tecnológicos siempre me han llamado la atención. Cuando tenia doce años barajaba la posibilidad de dedicarme a la biología y Félix Rodríguez de la Fuente era uno de mis héroes. En cuanto la televisión llegó a casa no me perdía ni uno solo de sus programas de «Fauna» y gastaba una sustanciosa parte de mi paga en coleccionar los fascículos del mismo nombre.
Pero la parte de la naturaleza que más me fascinaba era la vida microscópica. Las imágenes de Pasteur o de Santiago Ramón y Cajal inclinados sobre su microscopio y dibujando neuronas me fascinaban. Pedí a mis padres un microscopio y mi padre habló con Juan Mir, un amigo de la familia que trabajaba como representante de este tipo de aparatos. Juan me conocía desde que era un mocoso de apenas un año que pasaba unos días con mi familia en casa de su padre en la Seo de Urgell donde eran propietarios de una conocida empresa de transportes.
«¿Robertito quiere un microscopio?. Pues nada, yo se lo regalo». Ante tan generosa oferta mi padre no pudo ejercer oposición. Pasó el tiempo y cuando yo recordaba el microscopio me decían:»hijo mío, Juan prometió que te lo regalaría y seria una descortesía recordárselo y una afrenta comprarlo sin contar con él». El caso es que pasó el tiempo y no olvidé el microscopio pero comprendía perfectamente los condicionamientos sociales que me separaban de él.
Mi hermano Luis Miguel creció con el mismo interés que yo por los bichos, y todo hay que decirlo, con algo más de tolerancia por parte de mis padres. Llegando a la edad de pedir, también se le ocurrió la idea del microscopio. Mi padre volvió a hablar con Juan y este le dijo. «¿Chicho (así llamaban a mi hermano de pequeño) quiere un microscopio? Pues nada, yo se lo regalé a Roberto y yo se lo regalo a él». A lo que mi padre no pudo resistirse y contestó que si había de ser como el mio que prefería pagárselo o comprarlo en otro sitio. Ante el asombro y azoro de Juan le aclaró el malentendido y compungido por el olvido se presentó en casa a los pocos días con un microscopio escolar más que decente.
Cuando todo esto ocurría yo ya estaba estudiando fuera de casa, la aeronáutica había superado en mis ilusiones a la biología mucho tiempo atrás y en las vacaciones solo eché algún que otro vistazo rápido al microscopio.
Algunos años después, cuando mis hijos tenían edad de ir al colegio, mi hermano me propuso que me llevase el microscopio y que cuando sus hijos fueran mayores ya se lo devolvería. Desde luego mis hijos han jugado poco con el microscopio, a pesar de haberles comprado muestras preparadas y otros intentos de incentivar su interés por la ciencia. Yo sin embargo he disfrutado más de una vez de aquel juguete que tanto deseé en mi infancia.

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En el 2003 y el 2004 estuve experimentando con una webcam, acoplándola al microcopio después de retirar el visor. Dada la calidad de la cámara, los resultados no fueron espectaculares pero yo disfruté de lo lindo. Poco después le devolví el microscopio a mi hermano y poco después encontré por la red un juguete muy interesante. Era una mezcla de webcam y de microscopio, diseñado específicamente para su uso como entretenimiento didáctico de estudiantes, no como mi chapuza de circunstancias. Aquel año no apareció como novedad en las jugueterias españolas y el año siguiente tampoco. EN España siempre es difícil encontrar juguetes científicos o técnicos.
Hoy puede encontrarse a través de la web alguna oferta de cámaras de este tipo en una gama que va desde el sencillo juguete a la herramienta profesional, pero lo más interesante que he encontrado son una serie de artículos en instructables.com con unas cuantas buenas idas. Y aquí hay otra serie de enlaces interesantes:

Algunos de estos enlaces corresponden a catálogos comerciales de empresas, por lo que pasado un tiempo podrían desaparecer. Si encuentras algún enlace cortado, puedes hacérmelo saber a través de los comentarios.

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