Siguiendo con nuestro periplo gastronómico sin movernos de Figueras, este sábado habíamos encargado a Carmen, del bar ‘Aqui te espero’ una empanada de berberechos. Cuando llegamos la mujer estaba preocupada porque los berberechos deben andar escasos y habían encarecido la empanada. Os puedo asegurar que a pesar del encarecimiento la ‘dolorosa’ no hizo estragos y sin embargo la empanada supo a poco.
En cierta medida, el segundo plato le robó el protagonismo a la empanada. Carmen nos puso una «Carne o Caldeiro» y solo nos dijo que no era ni guisada, ni hervida ni asada ni a la plancha. Pocas pistas. Al final, es cierto que la carne no parecía hervida, a pesar de lo que dicen algunas recetas, porque no estaba acuosa o ‘ahogada’ como suelen parecer algunas carnes que se han empapado de agua.
Dedujimos que debía estar hecha al vapor, pero Carmen no quiso desvelarnos el misterio. En cualquier caso, estaba absolutamente exquisita. Parece mentira como unos simples trozos de carne con unas patatas pueden adquirir tal carácter de exquisitez. Mariona nos dijo que se podía hacer en la Olla a presión. No sé si lo ha encontrado en internet o en el manual de recetas de la olla a presión, una fuente de sabiduria culinaria práctica que merece un sitio al lado de los mejores tratados de cocina.
De postre renunciamos a la célebre tarta de Santiago en beneficio de la tarta de membrillo que le disputa el primer puesto entre los postres de la casa. Esta vez me dejé la cámara en casa y no hay foto, pero prometo ponerla cuando repitamos, porque la experiencia merece una segunda vuelta.
Por la tarde, copas y charla en casa. Y yo, mi siesta reglamentaria en la cama, que luego me duermo en el sofá y se meten conmigo.