Se comenta mucho estos días los resultados del informe Pisa 2006. En el anterior informa ya nos pusieron a caldo y en el otro igual, pero naturalmente aquí los políticos se apresuran a encontrar algo positivo en lo que no estamos tan mal, como después de las elecciones que todos han ganado.
Recuerdo la desfachatez del llamado ‘Muy Honorable’ Pujol que se atrevió a decir que en Cataluña teníamos un nivel más bajo porque había muchos inmigrantes, aunque acto seguido su conseller de educación lo arregló diciendo que la culpa era de los padres. Es dificil encontrar tanta desfachatez y sinvergonzonería incluso entre los cargos públicos, pero bueno, luego vino lo del tres por ciento, el caso Pallerols, es decir que a los niños los tenemos que educar los padres, porque los políticos están muy ocupados echando cuentas de cuanto se meterán en el bolsillo.
Si por un casual surge algún otro problema que no pueda atribuirse a la purria que nos invade o a los insolentes ciudadanos que no hacen más que pedir, hay que recordar que la culpa de todo la tiene Madrid porque nos dan menos de lo que pagamos y si algún día nos lo dieran, con pedir más, estamos al cabo de la calle.
Y los auténticos esfuerzos en educación hay que dedicarlos a que nadie sobresalga de la media, que no usen palabras muy complejas y tengan claro cual es su identidad y no olviden jamás las consignas integradoras: ‘Catalunya es poco más que un club’, ‘Som sis millions …de burros’ y ‘força al canut’.
Lo expresa de forma diáfana Nora Catelli en ‘El País’: El fracaso de la educación secundaria no obligatoria es un triunfo, es decir, es un sistema diseñado para educar burros con la teoría de que los que realmente valen no necesitan ayuda y por si solos ya llegarán a la universidad. El resto a trabajar para mayor gloria del capitalismo. Cuando se instauró este sistema había mucho paro entre los universitarios y poco entre los egresados de la formación profesional porque todo el mundo sabe que una obra necesita muchos obreros y pocos ingenieros.
A la tarea se han aplicado con un fanatismo enfermizo en Cataluña. A mi hijo, una vez que dedicó una tarde a hacer un trabajo consultando la enciclopedia, la profesora le dijo, por todo comentario, que ‘estructura ósea‘ eran palabras muy complejas que no debía usar porque a lo mejor sus compañeros no las entendían.
Cuando protesté porque las clases de castellano se daban en catalán el director me dijo que la profesora no tenia práctica de hablarlo y que debía entender que ni siquiera las clases de inglés se daban en ese idioma, como si la Constitución estableciera la obligación de conocer el inglés igual que lo establece para el castellano.
Tengo que decir que la profesora en cuestión es una bellísima persona que después dio clases a mi hijo y es el funcionario del sistema educativo que más se ha esforzado por ayudarle y de mayores cualidades humanas que conozco. De forma que la cosa no es tan sencilla como ‘los buenos y los malos’ sino que el sistema se tambalea porque tiene grietas y defectos, unos ocultos y otros evidentes pero que por una cuestión u otra nadie arregla, presos de lo ‘políticamente correcto‘ hemos decidido no hacer lo razonable. Al renunciar a la razón, nos convertimos en burros.
Cuando comenté al tutor de mi hija que estaba preocupado porque la niña decía no entender ni papa de matemáticas, que era precisamente la asignatura que daba él, me contestó que no debía preocuparme que mi hija «con lo buena niña que era, seguro que aprobaba«(sic). Ese es el secreto de la ESO, y del sistema educativo en general: Borrego puntúa 3, Silencio puntúa 2 (ya tienes un cinco) Usar el idioma correcto puntúa 2 y Deberes 1, Los dos puntos restantes que dan a disposición del profesor para premiar las adhesiones inquebrantables.
Y esta es la enseñanza pública. No sé si el informe Pisa está equivocado o no resulta tan indicativo como quieren hacernos creer algunos. Julio Carabaña, después de advertir contra las críticas fundamentalistas basadas en el informe nos recomienda:
No caer en la desesperación tras los avisos anteriores. Hay muchas cosas cuya ineficacia no está aún totalmente demostrada, como ver menos televisión, pasar más tiempo con los padres, dar más prestigio a los profesores, aumentar la popularidad de los empollones o instruir deleitando. Y aunque no haya fórmulas simples y generales para alcanzar a Finlandia, siempre podemos hacer mejor lo que ya estamos haciendo.
Lo que si es cierto es que la enseñanza pública es bastante desesperante, ineficiente e incluso repugnante, que la arbitrariedad, la incompetencia, la mediocridad y hasta la sinvergonzonería son habituales en una gran parte del profesorado -debo haber tenido mala suerte con los profesores de mis hijos- y que en Cataluña se puede ser fácilmente víctima de caciquillos fascistoides que incluyen el adoctrinamiento político de forma descarada en su horario de clases y exhiben impúdicamente su desconocimiento de la ortografía y de los más elementales principios del derecho administrativo en cualquier resolución.
Y que nadie se llame a engaño, yo vine a vivir aquí voluntariamente, porque esta es mi tierra y porque quería que mis hijos aprendieran el catalán desde la infancia. A mi no me duele Cataluña, a mi me duelen los hampones que se la quieren quedar para ellos. Menos mal que por lo menos han elegido adecuadamente su símbolo totémico.
Querido Rober.
Dicen que ciertos naturalistas definen a nuestro tótem como un animal sumamente listo o quizás ¿inteligente?. ¿Será por la vergüenza de aquellas orejas que le ponían antaño cuando no se sabía la lección?.
Pero ¡ya sabes!, igual que “estructura ósea” los “símbolos totémicos” son palabras muy complejas que no deberías usar porque ¡a lo mejor! tus lectores no las entienden y no protestes pues como eres buen niño, seguro que estas aprobado.
Un abrazo y Feliz Navidad.