Esta animación titulada Oxygen es la tesis para el departamento de animación del Ringling College of Art + Design de Christopher Hendryx.
Claro que si los diálogos estuvieran en español sería mucho más accesible, pero aun así, podemos intentar aprender algo de química básica mientras vemos al oxígeno tratar de hacer amigos en la escuela elemental. Este divertido corto me sirve para introducir el «Año internacional de la química» que se celebrará en 2011 y que pretende resaltar todos los logros de esta ciencia y su contribución al bienestar de la humanidad. (Ver, al final de este artículo, la nota sobre la edición)
Personalmente tengo una reconciliación pendiente con la química. De niño me atraía extraordinariamente y mi caja de «Cheminova» fue una fuente de experimentos y satisfacciones muy interesantes para mi y muy preocupantes para mi madre. Más tarde aprendía fabricar pólvora y dada la tendencia de mi madre a la preocupación procuré mantenerla completamente desinformada de mis experiencias en ese campo que apliqué tanto a diversos intentos de hacer volar cohetes, incluso alguno tripulado por una lagartija como a la demolición de bloques de piedra, con resultados diversos que milagrosamente nunca dieron como consecuencia lesiones de ningún tipo.
Sin embargo en la adolescencia la química perdió bastante interés. La estructura atómica, las valencias y la formulación parecían galimatías sin sentido y solo me atraían cosas como arrojar una moneda de cobre en la disolución de ácido nítrico del empollón de la clase, lo que daba como resultado un gas de un bonito color rojo y altamente tóxico que obligaba a desalojar el aula y a interrumpir la clase.
Cu + 4 HNO3 => Cu(NO3)2 + 2 NO2 + 2 H2O
A pesar de que tras el incidente fui capaz de explicar en la pizarra la reacción que se había producido -lo que me salvó de una visita al despacho del jefe de estudios- con este tipo de actividades no conseguí muy buenas notas.
En el curso selectivo tuve que intimar profundamente con la obra de los profesores Babor e Ibarz y su corolario el libro de problemas que conocíamos como ‘Baborín’ y tras desvelar los misterios de la molaridad y tabla periódica, entré en una fase de «curioso pero ignorante» en la que me he mantenido hasta el momento presente.
Sin embargo hay que reconocer que la química ha sido usada en términos peyorativos y acusada de casi todos los males de la sociedad moderna como la bicha que nos apartó de la naturaleza, en lugar de lo que realmente es: una de las ciencias que explican su funcionamiento. Equivocadamente nos parece que lo natural, lo ecológico y lo biológico son contrarios a la química como si la culpa de nuestros males la tuviera el conocimiento y no el uso que hacemos del mismo.
El perjuicio al planeta se lo causa el abuso de carburantes, disolventes, insecticidas, aerosoles,… pero cada uno de esos productos son logros que también ayudan a salvar vidas y a hacer nuestra vida más fácil. Normalmente es la codicia y no la ciencia la que lleva al uso inadecuado de los recursos a nuestro alcance.
Espero sinceramente que este año internacional de la química despierte en muchos jóvenes el interés por esta ciencia como herramienta fundamental para satisfacer las necesidad de la sociedad.
Este anuncio del juego ‘Cheminova’ apareció en la revista Trinca del 1 de julio de 1972, número ‘Extra de Verano’ y lo he localizado en mi propia colección de esa fantástica revista de comics gracias al blog «Memoria de Papel»
Nota Editado el 17/10/2023: Al editar este artículo para actualizar el sistema de inserción del vídeo, he pensado que además de en Vimeo puede que estuviera en Youtube. Lo he encontrado y no en la cuenta del autor original, sino en otra de alguien que se había preocupado de ponerle subtítulos en español, así que lo he incluido aquí. Gracias, Ross Camps
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¡Uy, esta entrada me ha calado! Con permiso, voy a explayarme:
Hace muchos años ingresé como alumno de Formación Profesional en el Instituto Politécnico Número 2 del Ejército, en Calatayud (muy cerca de un EVA, por cierto…) Obtuve un puesto en la modesta oposición que me permitía escoger cualquiera de las tres especialidades que se podían cursar allí: Electrónica, Administración y Química. Yo elegí la última por parecerme la más interesante.
Algo después me sorprendió mucho comprobar que la mayoría de mis compañeros de especialidad fueron los que por su nota de acceso no pudieron escoger especialidad y hubieron de conformarse con las sobras: la especialidad de Química, que era lo que casi nadie quería. Aunque entonces no podía darme cuenta, ahora comprendo que aquello fue un síntoma de la ignorancia general que pesa sobre la ciencia química.
Ese común desconocimiento de la química es lo que provoca que tantos ignorantes renieguen de productos farmacéuticos con el bobo argumento de que «todo eso es química», ¡sin saber que la misma respiración es un proceso químico y sin querer darse cuenta de que beber un vaso de agua supone darle un «leñazo» químico a nuestro organismo!
Entonces entra en juego la tontuna analfabeta de creer que hay una química «natural» y otra química «artificial», lo cual es tan tonto como suponer que hay unos Reyes Magos de verdad y otros que son los padres. La química es una ciencia, y es de idiotas hablar dos químicas.
Y ahora llego inevitablemente a la engañifa pseudocientífica de la homeopatía, esa estafa tan en boga hoy. La homeopatía es un fraude que cualquiera rechazaría si tuviera una elemental formación en química.
Jolines, perdón. Yo es que me disparo si me tocan ciertos temas.
Nada que perdonar, Kowalski. Por el contrario, los comentarios siempre son de agradecer.
La Quimica, pero también el resto de las ciencias, tienen ‘mala prensa’, o quizás ‘mala didáctica’. En lugar de ser una aventura experimental, se presentan como una aburrida letanía de datos, fórmulas y teoremas. Al menos así es como lo veía yo cuando era estudiante, a pesar de que para presentarme a la oposición tuve que elegir Matemáticas, Fisica y Quimica en COU. «El Trio de la Muerte» las llamaban. Pero a mi me dieron la vida. Aunque esa es otra historia.
Pues sí. Algo falla en la divulgación científica, y es una pena porque bien explicada resulta apasionante. Claro que hay excelentes y amenos libros divulgativos, y por supuesto que en internet quien quiere buscar encuentra; ¿pero qué pasa con la tele? Parece que ese medio se ha empeñado en idiotizar. Qué gran despilfarro.
Y lo más triste es que -quiero creer- si los programadores fueran más valientes descubrirían que un buen programa de divulgación científica sería muy exitoso (pensemos por ejemplo en la serie Cosmos de Sagan o en El Hombre y la Tierra de Rodríguez de la Fuente).