Las lluvias y sobre todo las temperaturas que han descendido a niveles muy agradables, me hacen pensar que el verano se acaba,pero las nubes y la suave brisa dan cuerpo a las mejores tardes de esta temporada.
Ahora disfruto de las tardes en la terraza, algo que el exagerado castigo del sol no me había permitido hasta ahora.
Tras el seto del jardín, los pinos ocultan la vista del mar, cuyo olor salobre trae la misma brisa que empuja sobre mi cabeza algunas nubes dramáticas, vestidas de azul, morado, rosa y vainilla.
Un festival de colores que no me resisto a intentar plasmar torpemente en una acuarela.
Mientras el sol esquivo se adentra en el ocaso, corro al cuarto de baño para detener, con la ayuda del secador, los colores que fluyen por el papel húmedo, fijando la imagen, de la misma forma que me gustaría fijar está agradable tarde en la memoria, y nostálgico, añado: hasta que sea yo quien deba adentrarse en mi propio ocaso.