Eso es lo que se dice normalmente cuando uno ha pasado una situación crítica en la que el azar, la suerte o la providencia ha evitado un desenlace fatal. La versión académica – «para habernos matado«- no tiene ni por asomo el mismo significado y por supuesto nada de la fuerza y la empatía que provoca la frase en la que se han fagocitado las letras lentas.
Pues ayer me pasó algo que la única forma de que tenga algo de interés es apostillarle eso de «Pa’vernos matao» pero que desgraciadamente cada vez es más frecuente. Iba en el coche de un amigo y saliendo de Figueres en dirección a Francia al llegar a la altura del radar que hay en la limitación a 50 (cincuenta) kilómetros por hora en plena Nacional dos (N-II de Madrid a Francia por la Jonquera) redujo la velocidad por debajo del limite. El camión que venía detrás nuestro nos pegó una pitorrada que parecía de todo menos de agradecimiento por haberle evitado una ineludible sanción.
A mi hija la denunciaron el mes pasado por ir un domingo a las diez menos cuarto de la mañana (casi se podría decir «de la madrugada») a la «increíble» velocidad de 100 Kilómetros por hora en la carretera de Llança estando limitado a 80.
Y mi vecina le contaba hace un momento a Mercedes, indignada como la habían denunciado por el vil procedimiento del radar móvil por circular a ochenta estando limitado a 50. La cosa es bastante seria, tanto como seis puntos del carnet y trescientos ochenta euros (380 €) de multa.
Al consultar la tabla de sanciones, leo con sorpresa que «En País Vasco (Ertzaintza) y Cataluña (Mossos) se aplica un baremo distinto (aplicación según normativa carnet por puntos).«.
Está claro que todos los ciudadanos tenemos la impresión de que últimamente, y con especial ahínco en Cataluña, la normativa de tráfico se aplica con afán recaudatorio. Naturalmente, soy partidario decidido del Estado de Derecho y de que las normas se hagan para cumplirlas. Pero me parece que el entusiasmo con el que la prensa jalea el descenso de siniestralidad en las carreteras es bastante manipulador y que la administración abusa del ‘palo y tentetieso’ al ciudadano sin aplicar la parte del trato que le corresponde: arreglar las carreteras y adecuar las limitaciones a las vías.
Las normas hay que cumplirlas, pero deben ser justas y producto de una administración que procure el bien común, como unas vías que hagan posible viajar a una velocidad segura, no con unas limitaciones preventivas puestas en una época en que nadie las cumplía y sancionando con más esmero al que excede la velocidad que a un atracador habitual o a un agresor violento.
Y como he dicho siempre, si tan peligroso es, ¿Por qué no prohíben fabricar coches que exceden los límites de velocidad?, Con la tecnología actual eso es facilísimo: mi coche lleva un limitador electrónico graduable, solo es cuestión que de fábrica y de forma inalterable no permita sobrepasar el límite máximo permitido, que son ciento veinte (120) kilómetros por hora mientras que la inmensa mayoría alcanzan con facilidad los ciento sesenta, ochenta o los doscientos kilómetros por hora. La explicación de porqué prefieren gastarse mi dinero en perseguirme a mi con radares, agentes, sanciones y tribunales para sacarme más dinero, es que son unos sinvergüenzas. ¿A alguien se le ocurre otra más creíble?.
¡Me alegra que no te haya pasado nada!.
Pero cuando tienes razón… La tienes.
¡¡¡Son unos sinvergüenzas!!!