Viajar siempre me supone un cierto grado de desconexión. A los amigos les escribo y les digo que paso a ‘conexión precaria’, porque ya no se cuando ni como voy a poder conectarme. A veces puedo engancharme de la wifi de algun amigo, o de la familia. No suelo tener tiempo de pararme a disfrutar de las wifi de los locales que la proporcionan gratuitamente y un recurso bastante utilizado cuando viajo con Mercedes es usar su teléfono con conexión de datos a través de Yoigo.
Aun así unas veces por una cosa y ortas veces por otra, pasa como ahora que me quedo desconectado con fotos por subir a Flickr y el blog por actualizar.
Sin embargo estos momentos también tienen su aspecto positivo. La red es como un alud de ideas apetitosas al que no puedo dejar de amorrarme con glotonería. Leo el correo, algunos de los los blogs que sigo y siempre encuentro enlaces irresistibles y páginas interesantes que me llevan a otras en una navegación casual que a pesar de ser altamente gratificante, muchas veces me distraen del objetivo que me llevó a conectarme.
Estar desconectado forzosamente lleva a la realización de algunas tareas pospuestas por esta navegacion casual y también a algun remanso de tranquilidad que propicia la meditación relajada.
Hoy el teléfono de Mercedes se ha puesto en huelga y me pide -el muy ladino- el PIN para seguir funcionando. Mercedes se ha acostado ya, y como solo compartimos los secretos imprescindibles y el PIN de su teléfono no es uno de ellos, estoy abocado a meditar sobre el teclado desconectado para actualizar el blog mañana.
Y se me viene a la cabeza un tema recurrente, una duda existencial que no deja de ser un poco egocéntrica. ¿Por qué escribo?.
Gloria, la madre de Mercedes, está haciendo un curso sobre internet en el Hogar del Jubilado y nos contaba como descubrió hace un tiempo la red y lo interesante que encuentra tener acceso a tanta y tanta informacion sin salir de casa. Hablando de sus costumbres como internauta me decía que a partir de los enlaces del blog de Mercedes lee los blogs de su nuera Lola, de Beatriz… y el mío, pero confiesa que el mío menos porque muchas veces hablo de aviones y de otras cosas raras.
A mi hermana Maite, le pasa lo mismo. Cuando me ve me dice que a ver si escribo menos cosas que ni entiende ni le interesan y cuento cosas de nuestra vida para poder chafardear y en definitiva, saber de nosotros.
Algunos amigos me comentan de vez en cuando los escritos sobre aviacion, la red o otros temas, pero tambien me dicen que saben de nosotros y de nuestros viajes a través de este blog.
Yo soy consciente de que mi blog carece de algunas de las características más recomendadas por los gurús de la cosa esta de la blogosfera para convertirse en un blog de éxito. Dos cosas que recomiendan encarecidamente es tratar un solo tema, especializarse y no mezclar tus intereses o conocimientos con tu vida. Cuenta lo que piensas, no lo que haces.
La otra recomendación es escribir regularmente y siempre mejor artículos cortos.
Por contrario yo hablo de todo lo que se me pasa por la cabeza, a veces en artículos kilométricos -como lleva camino de covertirse este- y por más que me empeñe en marcarme un ritmo, con bastante irregularidad.
Claro que desde el principio asumí que no iba a escribir un blog de éxito y por ello estoy tan agradecido a mis pocos y fieles seguidores, pero entonces, ¿Por qué y para quien escribo?
Desechando las respuestas facilonas de que escribo lo que me da la gana para quien quiera leerlo, recuerdo que empecé con el blog para ejercitar la escritura y conseguir productividad, como un ejercicio gimnástico que me permitiera mejorar mi redacción a la hora de acometer un artículo u otros trabajos. Pero es evidente -al menos para mi- que disfruto escribiendo y también he comentado antes que no creo jamás a los artistas que dicen que crean «para ellos», porque a todos nos gusta el reconocimiento y en el fondo siempre sabemos que nuestra obra acabará expuesta a la observación y la critica del prójimo. El artista es un meditador creativo y exhibicionista.
Y creo que podría añadir «en busca de reconocimiento» sin equivocarme en un elevado porcentaje de casos y en el que puedo incluirme sin rubor porque no hacerlo sería una hipocresía demasiado evidente.
En este punto ya he encontrado una respuesta aceptable a la primera pregunta: Escribo porque disfruto construyendo textos, compartiendo ideas y naturalmente en espera del reconocimiento.
Queda el para quien. Como no pongo remedio a los defectos que tiene mi blog para convertirlo en un «blog popular», está claro que no escribo para las masas.
A mi me gustaría pensar que esto implica una búsqueda del aplauso del sabio tan intensa como el desprecio del aplauso del necio. Pero huyendo de las frases grandilocuentes, diré que a quienes tengo en la mente cuando escribo es a tantos amigos, familiares, compañeros o conocidos a los que me gustaría contarles esas cosas curiosas que encuentro en la red, esas ideas que me pasan fugazmente por la cabeza, esas ocurrencias y esos «experimentos» en los que me entretengo, pero tambien esas experiencias y esas cosas que de alguna forma llenan nuestra vida familiar, porque hacerlo es como compartir una velada de charla, un contacto epistolar o la fascinación por un descubrimiento, todo al mismo tiempo.
Como no puedo evitar -ni quiero hacerlo- tener amigos de muy diferentes intereses, es inevitable que a todos no les interese compartir todos los temas que trato. Lo bueno del blog es que no están obligados a hacerlo. Y lo bueno para mi es que, como no les obligo a hacerlo, no me consideran un pelmazo, simplemente saltan el artículo que no les interesa y a otra cosa.
Asi que la familia tendrá que seguir buscando las crónicas familiares y viejeras entre mis fricadas y los amigos y compañeros de aerotrastorno seguiran encontrando mis comentarios tecnológicos entre crónicas familiares y otras ideas felices.
Yo escribo -no siempre lo regularmente y brevemente que se merecen- para todos ellos y aunque el pensador independiente que me habita no lo necesita, el ego que nos posee a ambos, les agradece su reconocimiento (¡y sus comentarios cuando los hacen!). Especialmente al llegar al final de este extenso articulo.
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