Al medio día ya he borrado cien mensajes de SPAM. Estoy considerando seriamente cambiar mi cuenta de correo, a pesar, o quizás debido a que es la misma desde hace casi diez años. Durante un tiempo usé mi dirección de correo debajo de mi nombre para firmar mensajes a listas de correo y ahora esos mensajes están publicados en la red con acceso público, exponiendo mi dirección a los robots recolectores.
Cuando se ha realizado una exposición tan prolongada como la que ha sufrido mi dirección, adoptar medidas de protección ya es casi completamente inútil. Aunque una búsqueda mediante el omnímodo Google ofrece la modesta cantidad de 14 resultados, estos parecen ser suficientes para delatarme. Desde luego son una buena radiografía de mis aficiones mostrando mi participación en listas sobre php, SuSE, Hacking, Guerra Civil Española,…
Además del incordio que supone ponerse en contacto con todos los amigos para comunicarles el cambio de dirección, mi dirección de correo forma parte de mi identidad en la red, es corta y sencilla y le tengo mucho aprecio. Esa es sin duda la razón por la cual aún no he hecho el cambio y me resisto a ser desposeído de tan preciado como inmaterial bien.
Ahora me queda intentar elegir un nuevo acrónimo fácilmente identificable conmigo, aunque no sea tan corto, claro y exacto como las tres letras de mi apellido. Quizás aún intente un truco que me recomendaron, consistente en desviar el tráfico de correo a la cuenta de Gmail que dispone de un buen filtro de Spam.