Me piden un «currículum vítae» para el programa de una conferencia que tendrá lugar dentro de unos meses.
Como siempre que me veo en esta tesitura, me resulta difícil redactarlo.
No voy a recurrir al tópico de que «no me gusta escribir sobre mi mismo» o «no se que decir», mi problema es el contrario, me gusta escribir sobre mi y mis experiencias, aunque mi natural modestia y recatada educación me aconsejan mantener bajo control esos impulsos.
Y para resumir, no sé que poner. Es obvio que lo que se espera es que incluya exclusivamente los puntos de mi biografía que sean relevantes para el asunto que motiva el currículum. En este caso se trata de una conferencia sobre las nuevas tecnologías de la guerra aérea.
Pero siempre hay algunas lineas del currículum «exaustivo» – el que recoge todas nuestras vicisitudes- que nos gusta recordar, de las que nos gusta presumir o que nuestra vanidad nos empuja a incluir.
Por ejemplo que yo haya hecho el curso de paracaidismo le importa un pito al que vaya a oírme hablar sobre tecnología, pero yo pienso que dentro de mi vida, personal y profesional, es uno de los hitos destacables, porque es una experiencia en la que aprendí cosas muy importantes.
Dando por descontadas las efemérides familiares, autenticas bombas de emotividad que alteraron de forma sustancial mi vida, están esas lineas entrañables que me recuerdan momentos muy felices, como la participación en un grupo de teatro aficionado o muy satisfactorias, como los meses que invertí en aprender a dibujar con carboncillo en el Círculo de Bellas Artes, actividades de corto recorrido y salvo en su grato recuerdo, se podría decir que totalmente irrelevantes.
Pero ¿fueron irrelevantes?. Nada más escribir esto, me vienen a la cabeza una avalancha de vivencias que jamás pondría en un currículum, pero que para mi son hitos que señalan momentos importantes de mi vida en los que aprendí algo que me fue útil, que me señaló el camino a seguir y la forma de seguirlo.
Ascender a mi primer 3000 (el Aneto!) a los 14 años, aprender -con 12 años- a montar en bicicleta con la bicicleta y la ayuda de un buen amigo, dirigir con 16 años la cocina de un campamento de 36 personas. Publicar, por invitación de mi profesor de Lengua y Literatura, un escrito en el diario con 12 años, actuar como locutor de un programa semanal de radio a los 17, estar un año interno a los 13, mi primer campamento de verano con 7 años, mi primer vuelo -en velero- con 12 años en Alfés y el primero solo con 18 en Ocaña.
El primer sueldo como obrero en la fábrica de Cerveza San Miguel, pero sobre todo las jornadas de 10 horas que hice para ganarlo con 17 años mucho más duras que otras experiencias laborables como recolector de fruta o operario de una fábrica de cajas de madera.
Construir los primeros aeromodelos en el taller de la OJE a los 9 o 10 años, ver volar (bajo) un cohete, proyectado y construido con inseparables amigos y tripulado por una heroica lagartija a los 11.
Mi primer beso a una chica con 15 años, que no fue robado, sino autorizado. Un detalle que yo consideré -el de pedirle permiso para darle un beso- imprescindible en un caballero, pero que ella siempre me echó en cara como una falta imperdonable de romanticismo.
Y veo que en el desorden de fechas y el torrente de sentimientos han naufragado muchas menciones que se hunden en el proceloso mar de la memoria y otras que flotan tranquilas pero que se saben inconfesables.
Teniendo en cuenta que aún no he llegado casi a la fecha de mi ingreso en la Academia de San Javier, ni a la mayoría de edad (que no fue a mis 18, eran otros tiempos…), está claro que tengo que trabajar más la diferenciación entre currículum y biografía.
De hecho quería escribir aquí sobre las opciones para redactar un currículum y las herramientas online que podemos usar para hacerlo, pero casi sin pretenderlo he dado rienda suelta a los sentimientos y ahora que lo tengo escrito no voy a ponerme a escribir otro artículo tanto más serio como aburrido. Por hoy, espero que este valga y el currículum serio lo haré más tarde.
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Al final hay un enlace a un recurso que a su vez lo enlaza. También puedes rellenar tu perfil de Linkedin, Pero ¿que gracia tiene un post sobre eso?, queda mucho más intimo-narcisista un post como este, y yo se que los cuatro que lo leéis sois unas comadres y os encantan todas estas marujadas. :D