Recientemente se ha comentado, con escándalo, indignación o entre risas según quien te lo cuenta, la ocurrencia de payaso del propietario de Ryanair en el sentido de que iban a cobrar una libra por ir al servicio en los aviones de la compañía. Sendas notas de prensa de la linea aérea se han apresurado a comentar posteriormente que la medida ‘no se aplicará de forma inmediata’.
Ryanair es lo que es. Vuelas y es más barato que con otros. Punto. Si no quieres que cuando te estás meando en el pasillo te incordien pidiéndote un euro veinte ergo un librote, (si pagas dos, tendrás ‘micción priority’?) pues viaja en AVE o con otra compañía. Y si vas en coche puedes parar donde te dé la gana, incluso mear en la cuneta que es lo que tienen por costumbre hacer los franceses.
Sin embargo tras esa cortina de humo hay una organización deficiente e impropia de un país europeo. Hoy mismo en el vuelo FR 5472 (Ryanair, de Madrid a Gerona) he sido testigo de un hecho sorprendente.
Había mucha concurrencia (Puerta C44) y cuando la cola se ha formado tenía casi cien metros de largo. Yo he esperado pacientemente a que quedasen diez o veinte personas en la fila y me he incorporado a ella. El embarque ha sido lento porque medían las maletas con la ‘jaula’ de dimensiones máximas. No he presenciado otros casos y no se a quien han hecho pagar y a quien no. Delante mío iba una muchacha con una bolsa de dimensiones adecuadas y unos diez kilos a la que la azafata de tierra le había dicho que debía pagar 80 euros porque el bolso de mano no le cabía dentro de la bolsa y echaba chispas. Al llegar el momento de la verdad el sobrecargo le ha dicho que ‘la próxima vez, un solo bulto…y que no comentase…’ estupidez supina y comentario gratuito ya que puedo comentarlo yo que no le debo ningún favor al sobrecargo.
Pero el cenit de los absurdos ha sido cuando al incorporarnos a la fila hemos visto a una muchacha asiática que evidentemente esperaba también incorporarse a la cola sentada en los asientos próximos y haciendo punto tranquilamente con sus dos agujas de las llamadas ‘de molde’ o ‘de punto’ que para los legos en la materia puedo decir que tienen un grosor de unos 4 milímetros y una longitud de unos 30 cm.
Inexplicablemente no habían sido detectadas en el control de seguridad, a pesar de que los estúpidos empleados de seguridad ponían el interés habitual en causar el mayor número de molestias posibles a los pasajeros incluido un exhaustivo manoseo a una anciana que ha atravesado el arco con su silla de ruedas.
La muchacha que tejía punto en el área de embarque se ha levantado y ostentosamente, a la vista del personal de tierra y del sobrecargo ha guardado sus agujas en una bolsita transparente y se ha incorporado a la cola detrás de nosotros.
El avión estaba casi lleno, salvo las filas 3 y 4 que por algún misterio ignoto la compañía -según nos informó un TCP– prohibía ocupar. En busca de sitios libres he tenido que colocarme separado de mi mujer, pero la chica del punto se ha sentado en la misma fila que ella y por eso sé que ha pasado el vuelo haciendo punto tranquilamente, a la vista de la tripulación de cabina.
Yo me he planteado denunciar la situación antes de embarcar, pero sinceramente, ¿que habría conseguido?. Que a aquella muchacha, otro pasajero como yo, le hubieran provocado un sinfín de dolores de cabeza y un buen número de molestias adicionales mientras que el incompetente que le ha permitido pasar o no ha detectado las agujas en el control se habría ido de rositas.
Así son, hoy en día, las cosas de viajar en avión: desorganización y caos que derivando en molestias al pasajero muchas veces ni siquiera beneficia a la compañía y normas estúpidas hechas cumplir de forma arbitraria por incompetentes groseros y prepotentes.
Ah! y de «trompetitas» nada, de nada que ni a la ida ni a la vuelta llegamos a la hora. Pero tranquilos: son la mejor compañía en la línea Gerona-Madrid aunque es posible que pronto nos digan por los altavoces que si se mea debajo del asiento o en la bolsa de mareo «puede resultar en persecución».