Ciencia Popular

Una bomba que puede cazar un aeroplano en el aire y destruirlo es la extraordinaria arma de guerra propuesta por un hombre de San Diego, en California.

Lanzada desde el suelo automáticamente, la bomba autopropulsada podría ser guiada en el aire por por el sonido del motor del aeroplano. No importa cómo el piloto pueda maniobrar o girar, la bomba le seguiría hasta que alcanzase al aeroplano.

Una idea sencilla pero brillante. Quizás con algunos detalles que pulir, como por ejemplo la necesidad de que los aviones amigos introduzcan un ruido adicional en el motor para disuadir a sus propias bombas de seguirles. Pero este invento resume décadas de años en investigación de armas de defensa aérea. Desde los detectores pasivos a los misiles tierra aire y las armas inteligentes o el concepto ‘disparar y olvidar’.

Bombas antiaereplanos

Hoy despierta nuestra sonrisa, pero pensar que estas ideas eran publicadas en 1931 debería hacernos meditar sobre el valor de la ciencia ficción, la predicción tecnológica, la innovación y el poder de los soñadores.

Uno de los métodos de investigación más utilizados por la humanidad en todos los tiempos es el ‘ensayo error’. Probar cosas nuevas, desecharlas si no funcionan, aprovechar lo que funciona y modificarlo para probar otra vez y cuando las vías posibles de esa idea se agotan probar otra nueva. Puede que sea tedioso, poco elegante y sencillo, pero es un método efectivo que ha traído a la ciencia y por tanto a la humanidad grandes conquistas. Su puesta en marcha requiere una materia prima básica: ideas nuevas y es el aliado perfecto de la innovación que en su camino es capaz de llevarse por delante cualquier crisis de esas que sufren los pobres, asustan a la clase media y benefician a los de siempre.

Este es no de los aspectos más fascinantes de internet. Como medio de publicación, biblioteca y archivo universal, está repleto de ideas. Viejas ideas con las historias de los hombres que las convirtieron en éxitos o que fracasaron rotundamente con ellas para que podamos aprender con sus experiencias y no tengamos que repetir los ensayos y errores que ellos ya realizaron, pero también encontraremos en internet las últimas y más atrevidas ideas, las descabelladas y arriesgadas y las solidas investigaciones de los más sesudos científicos. Solo hay que prestar atención, porque lo que podemos ver es un atisbo al futuro, un semillero de ideas y de sugerencias para nuestras propias ansias creadoras.

La noticia sobre las bombas cohete dirigidas contra aviones la publicó en su número de julio de 1931 Popular Science, una revista mensual estadounidense fundada en 1872 considerada la revista de divulgación científica pionera en el mundo y la quinta revista más antigua publicada ininterrumpidamente desde su aparición. El objetivo que se propusieron sus creadores fue «Descubrir el futuro, desvelar las aplicaciones prácticas del cambio tecnológico y contarlo de manera atractiva y rigurosa mediante imágenes y textos exclusivos«.

Hoy he encontrado en Menéame la noticia de que los archivos completos de la revista están disponibles en la red. La herramienta de consulta, aunque ofrece una minúscula e incómoda ventana para leer los facsímiles, permite hacer búsquedas, de forma que se puede seguir el nacimiento de los avances tecnológicos en los últimos 138 años a través de las páginas de esta veterana publicación. Un alud de entretenimiento, una fuente de inspiración, un tesoro de conocimiento. De todas formas,. según los comentarios de Meneame, también puede seguirse en Google Books de forma más cómoda.

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