Resulta sorprendente como últimemente los juegos de física aparecen en mi vida. Doodle es un juego del mismo estilo que Crayon Physics o Xavier enigma, pero mucho más complejo, mucho más completo y singular. Es probable que si hubiera descubierto estos juegos en orden inverso no me hubieran llamado la atención todos y habría encontrado los otgros triviales, o quizás si me habrían gustado igual, porque cada uno tiene sus particularidades.
La de Doodle es contar con cuatro elementos que se comportan de forma diferente. Con el botón rojo creamos elementos rígidos fijos, con el negro burbujas que suben, con el azul sólidos que caen y con el verde elementos flexibles que pesan y se deforman para adaptarse a los rígidos. De nuevo se trata de un juguete, de un simulador sin otro objetivo que el entretenimiento, pero extraordinariamente atractivo.
La prestación definitiva que quisiera ver en estos juegos es el registro del proceso. Los experimentos, experiencias o montajes deberían poder ser registrados de alguna forma. La repetición llevaría a una mayor perfección y a unos movimientos de increíble belleza. Ahora tenemos que conformarnos con el atractivo de lo efímero.