Me entero por el diario El Pais que el puente de Brooklyn cumple 125 años. El 23 de mayo de 1883, el Presidente Chester Arthur y el gobernador Grover Cleveland inauguraron oficialmente el Brooklyn Bridge ante más que 14.000 invitados. Nuestra visita al puente puede que no constituya un hito en la historia de la infraestructura pero si un agradable recuerdo para nosotros.
Construido entre 1870 y 1883 y con sus más de 1.800 metros de longitud, fue diseñado por el ingeniero de origen alemán John Augustus Roebling y continuado por su hijo cuando este murió durante la construcción.
El 15 de agosto de 2007, subíamos por la orilla del East River desde el antiguo puerto y cuando llegamos a la altura del puente tuvimos que girar a la izquierda para andar hasta el principio de la rampa, bastante lejos de la orilla. Me sorprendieron los espacios bajo los arcos de la rampa del puente, sobre la tierra usados como una especie de almacenes, pero que para mi eran como las zonas oscuras de la ciudad, los espacios que forman un limbo entre la via pública y la propiedad privada, las grietas de la urbe.
Yo estaba algo cansado y tenía pocas ganas de andar, así que hicimos una pequeña pirula para pasar a la vía peatonal por la que había una intensa circulación.
Bajo nosotros, los vehículos circulaban entre la isla de Manhattan y el barrio de Brooklyn y a nuestro alrededor, turistas, paseantes y deportistas recorrían el puente. Al llegar al primer pilar la pasarela se ensancha y desde allí estuve observando el tráfico bajo mis pies, el río y la bahía. En las barandillas hay textos que hablan de la construcción del puente, lectura por si quieres ilustrarte en el alto del camino.
Las imágenes del puente son poco originales. Uno cree haber llegado al zenit de la técnica fotográfica y la creatividad haciendo una foto en la que los cable del puente forman bonitos dibujos enmarcando sus pilares solo para darse cuenta poco después que esa foto la han hecho miles de fotógrafos antes. Sin embargo es imposible resistirse a la magia de las lineas sólidas y elegantes de uno de los elementos más característicos de Nueva York.