Barrapunto o Menéame

Suelo visitar los dos sistemas de noticias, Barrapunto y Menéame porque recogen frecuentemente una gran parte de la información que me interesa. Por una cuestión de economía de tiempo quisiera poder prescindir de algunas de las webs que visito con asiduidad.

Ya abandoné la lectura de los titulares de Google News debido a que, como la prensa diaria, recoge mucha información que la verdad, no me importa en absoluto. Aunque el coste es estar un poco peor informado, el tiempo va mucho mas caro que eso y necesito encontrar sistemas más eficaces de seleccionar para leer estrictamente lo mas relevante. En caso contrario acabas perdiendo el tiempo informándote sobre trivialidades irrelevantes. Al menos irrelevantes en mi vida diaria y aún en mi criterio sobre temas generales. Ya ni la sindicación de titulares mediante RSS me permite echar un vistazo breve a todo lo que quisiera leer, pero me resulta difícil decidirme.

Al final acaba uno merodeando de forma aleatoria por diversos sistemas de noticias, las entradas de algunos blogs de gurús y de gente sesuda e importante o y por otros de mindangos simpáticos y ocurrentes sin descartar las portadas electrónicas de los medios o sobre todo las noticias seleccionadas, que en mi caso son las alertas de Google. Estas alertas son bastante útiles. Es como si cada día buscaras las noticias relacionadas con un tema. No tienes que hacer esa búsqueda, creas una alerta y Google te las envía a tu buzón.

Barrapunto suele contener exclusivamente noticias relacionadas con las tecnologías de la información (TI). Es como mucho más «geek» que Menéame y sobre todo sus noticias me parecen bastante más elaboradas por los contribuyentes, que suelen enriquecerlas con varios enlaces, mientras que en Menéame solo suele aparecer la referencia y un comentario escueto.

Menéame recoge noticias más generales aunque el hecho de ser aportadas por los usuarios ya supone un filtro puesto que los visitantes de una web de ese estilo son algo mas «geeks» que la media de los lectores de la prensa diaria. Por otra parte, la popularidad de una noticia no siempre es equivalente de interés y el propio éxito de Menéame convierte sus noticias en efímeras ya que las nuevas noticias aportadas van «empujando» a las anteriores.

En resumen Barrapunto es informática y tecnología con buenos enlaces y Menéame variedad y actualidad pero desde un punto de vista también algo geek. Creo que no he resuelto nada.

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Vivir en el Espacio

La noche que Armstrong pisó la Luna mi madre me levantó de la cama para que pudiera verlo. Sabía que el viajar al espacio era uno de mis sueños infantiles más preciados. Allí ante la televisión pude ver las borrosas imágenes del pequeño paso para Armstrong y el gran paso para la humanidad.

Sin duda alguna nuestra generación ocupará un lugar en la historia del tiempo aunque solo fuera por este hecho excepcional, aunque hemos tenido el privilegilegio de ver otras conquistas tecnológicas excepcionales.

Por todas estas cosas, desde que Juan Jesús me habló de la exposición ‘Vivir en el espacio’ y de su presencia en Figueras estaba impaciente por verla. Y el pasado dia 25 no podía faltar a la inauguración de la misma.

La exposición está compuesta por una colección de objetos relacionados con los viajes espaciales. A mi modo de ver, quizás su máximo valor es que no es una colección de objetos procedentes de la NASA, y por tanto no es un canto a la gloria de un pais. La diferente procedencia de los objetos que combina piezas procedentes de China, Rusia, los Estados Unidos y la Agencia Espacial Europea confiere a la muestra un equilibrio y un punto de vista histórico muy interesante.

Vivir en el Espacio

El valor de los objetos no está en absoluto relacionado con su coste de producción o su papel clave en grandes momentos históricos de la astronáutica, aunque muchos de ellos si han estado presentes en hitos importantes de esa historia. Su auténtico valor proviene de la historia cotidiana que nos cuentan, una historia de estudio, trabajo, investigacion, esfuerzo, también de sufrimiento para adaptarse a las duras condiciones del espacio. Los trajes térmicos, los cascos protectores, los cables de seguridad en los paseos extravehiculares, la comida deshidratada o la interesante colección de trajes espaciales, de entrenamiento nos hablan del dia a dia de una actividad que se nos antoja de una dimensión épica, pero que esta exposicion nos ayuda a comprender en su dimensión más humana.

Una dimension que tambien nos informa sobre como los logros espaciales han influido en nuestra vida cotidiana ya que objetos sencillos, que usamos todos los dias, tienen su origen en las investigaciones derivadas de los programas espaciales. La cinta de velcro, los transistores, los pañales de un solo uso, las cámaras de aire en el calzado deportivo, la pasta de dientes, la monitorización de constantes vitales, el teflon, los tejidos resistentes al fuego o el policarbonato con el que se hacen los CD,s son productos desarrollados inicialmente para el espacio.

Otros elementos complementarios nos ayudan a situar la tecnología y la cultura del espacio en el universo del conocimiento. El traje de buzo como protección en un habitat extraño es un interesante precedente del traje espacial y los trajes de astronauta confeccionados para el cine nos sorprenden al descubrir como desde Julio Verne la imaginación y el descubrimiento han ido de la mano del progreso tecnológico.

La exposición estará abierta al público, de forma completamente gratuita en el Castillo de San Fernando de Figueras, desde los dias 25 de octubre al 25 de noviembre y está organizada por el Museu de la Técnica de l’Empordà una institución joven pero a la que nuestra ciudad debe ya interesantes iniciativas en la divulgación de la ciencia.

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Despedida de Roma

El lunes por la mañana yo me fuí de nuevo al archivo y Mercedes a pasear por Roma. Habíamos quedado que al salir del archivo iria a dejar la cámara y los papeles a la residencia y luego nos encontraríamos en el centro en algun sitio para comer. La llamé y quedamos en el Panteón.

Ir desde el Palazzo dell’Aeronáutica a la residencia me costó tres cuartos de hora, entre lo que tuve que esperar al autobús 649 y el monumental atasco de tráfico. Para ir al centro pensé que lo mejor sería tomar el metro, pero no había ninguna parada próxima al Panteón y entre bajarme en la Plaza Barberini después de un trasbordo o en bajarme en Plaza Cavour a donde el metro me llevaba directamente. Después de hacer esto último y recorrer medio centro de roma a pie, al medio día, hambriento y bajo el sol, todavía me encontré a Mercedes harta de esperar. Además según Via-Michelín me equivoqué de medio a medio pues mientras que de Cavour al Panteón hay 1,9 Km. de Barberini al mismo sitio son 1,1 Km. Como ya había dicho, son los inconvenientes de no contar con internet en cualquier sitio y en toda situación.

Nos sentamos a comer en un restaurante que ella había visto con unos menús y unos precios muy interesantes. Se llama ‘La Maddalena’ y está en la plaza del mismo nombre. Pedí una cerveza y Mercedes un agua yo tenia una sed bárbara y me bebí la cerveza de un trago según la pusieron en la mesa. Craso error. Mercedes quería probarla. Otra linea en el libro de las cosas que nunca jamás serán olvidadas…

Después de la comida nos tomamos un helado de una pequeña heladería de la via Panteon, que figuraba en la guía como una de las más antiguas y buenas de Roma. No repetiré como estaban los helados porque en Roma no he probado ninguno que sea malo o regular.

Fontana de Trevi

Dedicamos la tarde a pasear por Roma y casi a despedirnos de la ciudad visitando los sitios que mas nos habían gustado como la fontana de Trevi y encontrando aún otros nuevos como el Campidoglio. Al anochecer nos fuimos al Trastevere donde Mercedes tuvo que sentarse en una plaza porque tenía los pies destrozados.

Queriamos cenar pizza y estuvimos recorriendo tres o cuatro pizzerias intentando elegir la mas adecuada. De alguna manera tuvimos la obcecación de ignorar todas las señales de alarma y fuimos a meternos en la que sin duda era la peor elección. El local estaba vacío, a pesar de que otros tenían abundante clientela. La primera que nos hicieron fue cuando pedimos dos cervezas traerlas grandes. Nos cobraron dos euros por cubierto por unos trocitos de pan duro que pusieron de ‘aperitivo’ y las pizzas tenían unos componentes tan escasos que parecían masa con queso y algún elemento de adorno. Es sin duda difícil encontrar en Roma un sitio que hagan mal las pizzas y nosotros tuvimos la habilidad de encontrar el peor.

Caro y malo

Hicimos un esfuerzo para que el incidente no nos amargase la noche y de allí nos fuimos al bar de Makram, nuestro amigo egipcio, que se alegró lo indecible de vernos y se lamentó de nuestro tropiezo en la cena reprochándonos que no le hubiéramos consultado porque nos habría indicado la mejor pizzeria de Roma.

Pedimos unos dulces y un vino ‘frisanti’ pero nos recomendó otro. Nos sirvió un ‘Vino Santo del Chianti Classico’ que es un vino dulce exquisito, que me recuerda mucho el vino dulce de Garnacha que hacen en el Ampurdán, pero este era algo más suave y entraba de miedo. Allí estuvimos hablando y bebiendo, se empeñó en ponernos varias raciones de dulces y de vino aunque nos advirtió que solo nos cobraría la primera y en realidad luego no quería cobrarnos y además nos quería regalar una botella de un vino que eligió cuidadosamente y que no dudo que sería una maravilla. De ninguna manera se lo permitimos, el vino porque con las actuales normas de paranoia en la aviación civil era casi seguro que no podríamos llevarlas en el equipaje de mano y la cuenta insistimos en pagarla bajo el argumento de que ‘los negocios son los negocios’. Nos despedimos, pero si volvemos a Roma por cualquier motivo estoy seguro que el Bar Fidelio de Makram, en la Via de Stefanachi 5 del Trastevere va a ser el primer sitio que visitemos.

Al día siguiente Mercedes tenia los pies para pocos paseos y resignada, me acompañó al archivo. Pagamos la cuenta y llevamos las maletas a la sede de la Casa dell’Aviatore que hay en el complejo del Palacio de la Aeronautica, mucho mas próxima a la estación de Termini.

En el Archivo no tuve ocasión de despedirme de Paolo, aunque en previsión lo había hecho el día anterior y si me despedí de Barlatani, el Tte. Coronel que tan amablemente me había atendido los cuatro días que estuve allí. Espero que tendremos otras ocasiones de vernos pues creo que me queda mucho por ver en el archivo del Ufficio Storico.

Buscamos un restaurante para comer en el barrio donde se encontraba el hostal en el que habíamos pasado los dos primeros días y antes de pedir le preguntamos al camarero si podríamos comer en media hora, porque teníamos que salir de allí a las tres. Nos dijo que sí y pedimos. Un cuarto de hora después no había dado señales de vida y veo que sale del local y se va calle arriba, por lo que fui a hablar con el dueño. El dueño se alteró el camarero volvió y se alteró mas y me decía que hacía solo cinco minutos que había pedido y yo le decía que era un cuarto de hora, que tenia prisa y había mirado bien el reloj y el me decía que lo tenía adelantado. No sé que tendrá que ver que mi reloj fuera adelantado para saber cuantos minutos habían pasado, pero en fin, conseguimos que nos trajera la comida y toda de una vez. Me da la impresión de que lo hizo por molestar, pero a mi me vino de perlas, pude comer en veinte minutos y solo salimos a las rtes y cinco del restaurante. El resto de la tarde todo fue estupendamente, recogimos el equipaje y tomamos el autobus al aeropuerto, nuestro avión salio a su hora y en Girona nos recogieron Bea y Albert, su novio y nos fuimos a Figueras. Nos encontramos con Roberto en el McDonals y hicimos una cena familiar de comida basura mientras contábamos las novedades y nuestros niños nos preguntaban ‘que les habíamos traido’.

Hoy me decía Juan Jesús que me ha costado tanto escribir nuestra estancia en Roma porque esto no es un blog, sino un diario. Naturalmente tiene razón. Si miro los artículos del blog hay algunos que son propios de un blog, expresando opiniones sobre diferentes cuestiones y otros son auténticas páginas de diario personal. Podría separar mi blog de mi diario, pero creo qe a mi me gusta ir escribiendo las cosas como me salen, tal y como se las contaría a los amigos y familia si los tuviera a mano cuando me pasan o se me ocurren.

Ahora que ya he acabado con el viaje a Roma y he subido las fotos a Flickr, a ver si me da tiempo de ilustrar los artículos con algunas de esas fotos.

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Excursión por el Lazio

El domingo por la mañana amaneció soleado y a la hora que habíamos quedado teniamos a Alejandro y Kira esperándonos delante de la residencia con su coche para iniciar la excursión por el Lazio.

Durante el camino nos pusimos al dia de chismes y novedades en Figueras, y procuramos prestar mucha atención a las singulares indicaciones viales italianas. Alejandro dijo que puesto que teníamos tanto interés en Bomarzo empezaríamos allí, no fuera a ser que algun imprevisto nos impidiese la visita.

Así lo hicimos. Llegamos a Bomarzo después de algun pequeño rodeo por la compiña del Lazio y comprobamos que era un pueblo en lo alto de una peña. Según Alejandro ‘todos’ los pueblos italianos son ‘posiciones defensivas’. Desde luego, si hubieramos llegado alli el dia anterior en medio de la lluvia no sé que habria sido de nosotros.

EntradasEl Parque de los Monstruos estaba señalizado lo justo para evitar la desesperación. La entrada es algo así como un atraco teniendo en cuenta que se trata de dar un paseo por un jardin y ver unas estatuas. La tienda de recuerdos era también algo patética, pero el jardin y sus estátuas no me decepcionaron. Más que por la perfección de su esculpido las esculturas monumentales del tambien llamado ‘Bosque encantado’ o ‘de las Maravillas’ destacan por la desbordante imaginación de su creador y sus formas sencillas que en muchos casos casi podria calificar de ‘Naif’. El Hércules descuartizando a Caco sorprende al principio del recorrido, la casa inclinada lleva siempre al comentario y la duda de su fue construida inclinada con algún propósito o una vez hecha un fallo en el terreno la inclinó. Los autores que hablan de este conjunto monumental no se ponen de acuerdo. Cuando entras en la casa eres presa de una desorientación espacial que te hace difícil guardar el equilibrio y Mercedes casi llegó a marearse.

Tras la visita nos montamos de nuevo en el coche y fuimos a Bagnoregio. Situado sobre unas colinas que se desploman por la erosion del agua de la lluvia toda la comarca ofrece unos paisajes interesantes, pero es Bagnoregio el foco de la curiosidad de los visitantes y mas exactamente Civita di Bagnoregio una ciudadela colocada sobre un monticulo sin otro acceso que un puente peatonal. Llamada ‘La ciudad que muere’, Civita di Bagnoregio está seriamente amenazada, se diria que fatalmente condenada por la naturaleza de la base sobre la que se asienta. Los accesos que un dia hubo a este nucleo desaparecieron tras terremotos, dejándola aislada salvo por su puente.

Aparcamos bajo este puente y comimos en la Hostaria del Ponte. Cuando entramos pensé que saldríamos escaldados porque a pesar de que el mirador estaba prácticamente vacio, por una serie de excusas algo incomprensibles no pudimos sentarnos alli. Como a esa hora lo qeu deseaba -al menos yo- era comer, pasamos dentro. Los manteles y la cuidada encuadernacion de la carta, los uniformes de los camareros, todo presagiaba un atraco. Sin embargo, la columna derecha de la carta no parecía especialmente amenazadora.

Mercedes quiso pedir una ensalada sencilla pero le recomendaron vivamente la de la casa. Nos dejamos guiar en esa y en otras elecciones y nos vimos sorprendidos por una comida original en la sencillez de sus combinaciones de sabores, muy bien preparada y condimentada y una atención razonable. En la cuenta no hubo sorpresas y salimos de alli doblemente satisfechos.

La subida a la ciudadela nos ayudó a bajar la comida y puso a prueba nuestras piernas. No obstante fue toda una experiencia. El pueblo esta plagado de rincones bellisimos. En la plaza tenia montada una fiesta en el mas puero estilo ‘Mediterráneo profundo’ y podria haberse situado en casi cualquier pueblo de España. Alegria, música mas o menos pachanguera a todo volumen, chuletada con sus brasas y su humo que inundaba la plaza fueron el escenario de nuestra visita. En la iglesia tuve una desagradable experiencia. Un vendedor tenia en su interior montada la paradita de estampitas y otros recuerdos. Como Marcelino me había pedido que si encontraba estampitas le llevase alguna para su colección me acerqué a preguntar por los precios. Mediante los carteles que tenía alli colocados, el vendedor, un hombre mayor me indicó que las estampitas eran a 0.50 euros cada una. Cuando hube elegido varias, pretendía cobrarme tres euros por unidad, asi que Marcelino se quedó sin sus estampitas y el vendedor sin su venta.

Nos costó irnos, pero el dia avanzaba y queríamos aprovechar el sol para visitar Orvieto. Es el pueblo más al norte que visitamos y después de dar varias vueltas por calles estrechas en busca de un aparcamiento imposible, dejamos el coche extramuros y entramos andando en la población. En cuanto nos aproximamos al centro quedamos asombrados por la vida que tenian las calles. Toda la poblacion y bastantes forasteros llenaban las calles, se paraban para saludarse y para mirar los escaparates y formaban una marea humana a través de la cual nos abrimos paso hasta la magnífica iglesia catedral.

Es dificil describir cuantas maravillas artísticas pudimos admirar, cuantas curiosidades observar y cuantos rincones particulares querriamos habernos llevado con nosotros. Antiguo centro de poder etrusco Ovieto es uno de esos lugares milenarios donde el paso de los siglos ha ido acumulando historia y belleza. Nuestra pequeña cámara digital se veía incapaz de recoger tal cantidad de imágenes y nosotros nos concentramos en guardarlas en los ojos como sensaciones antes que en la tarjeta como bits. Las fotos que hicimos no reflejan pues, mas que una pequeña parte de la belleza que pudimos disfrutar.

De vuelta a Roma no encontramos mucho tráfico, asi que supongo que para alargar el placer de nuestra compañía, Alejandro decidió perderse en Roma. Puso tanto interés en hacerlo que casi nos salimos de nuevo de la ciudad. Finalmente nos despedimos en una estación de metro, no sin antes recomendarle solo con un poquito de sorna, la inmediata adquisición de un buen GPS.

Tomamos el metro y nos bajamos en la Plaza Barberini. La intención inicial era dar un paseo por la Via Veneto, pero cuando llegamos el estómago y los pies nos aconsejaron buscar un sitio para cenar. Bajando por la via del Tritone encontramos una tienda en la que vendian fruta, algo que nos apetecía a los dos, asi que esa fué nuestra cena: Un bocadillo (Barbarismo: sandwich) compartido, un vaso de piña cortada y granos de uva y un yogourt de limón. Seguimos andando hasta la Fontana de Trevi, donde llegamos ya anochecido y dimos una vuelta por aquella zona comentando lo que recordábamos de nuestro anterior viaje, quince años atrás.

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Viterbo

El sábado decidimos hacer una excursión. Mercedes había visto unos dias antes de salir un reportaje, en ‘El Pais’ sobre El jardin de los Monstruos, un singular parque de esculturas en Bomarzo. Como le pareció que yo no ponía mucho entusiasmo, no tomó nota de los datos precisos. Lo que me pasaba a mi es que estaba nerviosos y preocupado por preparar mis trabajos en el archivo y por como saldria el tema del alojamiento y el viaje.

Cuando llegamos a Roma me encontré que el tema se habia convertido en un malentendido que amenazaba con enquistarse y ensombrecer nuestra semana de vacaciones y su recuerdo por los siglos de los siglos (ya se sabe que ‘las mujeres nunca olvidan’). No lo podia permitir, asi que le pregunté a Paolo, uno de los investigadores con los que coincidí en la sala de lectura del ufficio storico. La única pista que tenía sobre el lugar era que su nombre se parecia a ‘Murano’ pero no era, evidentemente, ese. Paolo me aclaró sin mucha dificultad que se trataba de Bomarzo, un pueblo en la provicia de Viterbo. Con esa información resultó que en el libro guia que llevábamos había unas indicaciones sobre la visita. La noche del viernes, al volver del bar de Makram pasamos por la estación de Termini y mediante las máquinas de expedición de billetes obtuvimos un horario de los primeros trenes.

Decidimos coger el de las 9:14 para llegar a Viterbo sobre las 11:30. Después de desayunar en la residencia llegamos a la estacion y sacamos el billete en una de las máquinas expendedoras. En Viterbo hay dos estaciones, Porta Romana y Porta Fiorentina. La prosa enrevesada de la guia parecia indicar que la estación adecuada era Porta Romana y alli nos bajamos. La estación no tenia otro servicio que un bar y un horario escrito con rotulador en una hoja de papel en el cristal dela puerta. Preguntamos en el bar y …nos dijeron que teníamos que haber seguido en el tren y bajado en Porta Fiorentina. Aquel fue el primero de una larga serie de tropiezos que harian de ese día el más aciago de nuestra estancia. De hecho nada mas bajar del tren, empezó a llover.

Cuando te ves ante una situación inesperada empiezas a tomar decisiones siempre pensando en salir cuanto antes del apuro, pero hay veces que como en un lodazal, cada vez te manchas mas y cada vez el barro es mas pegajoso. Las indicaciones del hombre del Bar, que fue amabilisimo y dejo de atender al público para salir a la calle a indicarnos fueron que siguieramos unos cien metros hasta la parada de los autobuses azules que venian de Roma y que ese autobús nos llevaria -gratuitamente, nos aclaró- hasta Porta Fiorentina, donde podriamos tomar otro autobús hasta Bomarzo.

Cuando nos vimos en la parada y después de unos minutos que se nos hicieron muy largos no apareció ningun autobus, empezamos a pensar que no sabíamos el horario, ni si cuando llegasemos a la otra estación tendríamos que esperar mucho o poco para salir hacia Bomarzo, que la guia situaba a unos 9 kilómetros de Viterbo. Como esta ciudad tambien tenía una interesante visita, decidimos ir a la oficina de información para aclarar algunas dudas sobre los horarios y poder ir sobre seguro. Atravesamos la puerta de la muralla y entramos e Viterbo.

La oficina de información estaba en una plaza y como no era la primera que encontramos, le preguntamos a una señora, que nos dijo que estaba en ‘la otra punta de la ciudad’. Al preguntarle por Bomarzo nos dijo que estaba a unos treinta o cuarenta kilómetros, lo que nos dejó extrañados. Siguiendo sus amables indicaciones, llegamos a la plaza y encontramos en una calle adyacente, la oficina de información. La muchacha de la oficina, que tambien fue muy amable y hablaba español, nos indicó los horarios de los autobuses de la Compañía Cotral para ir a Bomarzo aunque no tenía un plano de la ciudad y los únicos disponibles para la venta costaban seis (6) Euros.

Salimos de la oficina y a la vista de los horarios -el siguiente autobús era a las 13:55- decidimos ver la ciudad e ir a Bomarzo por la tarde. Paseamospor un mercadillo, compramos queso y embutido y nos hicimos unos bocadillos que nos comimos guarecidos de la lluvia bajo un arco precioso. Después del paseo nos tomamos un café y empezamos a acelerar el paso para llegar al punto que la chica de la oficina de turismo nos había indicado como salida de los autobuses.

No calculamos muy bien la distancia y el tiempo y llegamos algo justos, pero con un margen de unos diez minutos de la hora de salida. Diez minutos horribles, porque cuando preguntamos por la parada nadie sabía darnos señal. Ni siquiera en un quiosco que luego resultó que estaba a menos de 50 metros de esa parada. En la zona había varios grupos de personas que esperaban autobuses de la misma compañía pero no solo no sabían de donde salía el autobús sino que además no parecian saber ni donde estaba o qué era ‘Bomarzo’. Diez minutos después conseguimos encontrar a alguien que nos dió razón. Un señor mayor nos dijo que si, que el autobús que buscábamos paraba alli mismo donde le estábamos preguntando, pero que era el que acababa de irse. Y llovía.

La sensacion de rabia impotencia y desesperacion fue inmensa. Habiamos estado corriendo de un sitio para otro en un area de doscientos metros alrededor de un cruce para que finalmente el autobus se escapase delante de nuestras narices. El siguiente autobús salía a las cuatro y habia que trasbordar en otro pueblo sin que supiesemos el tiempo de trasbordo y según la guia el jardin cerraba a las 18:15 y estaba a tres kilómetros de Bomarzo. Prácticamente no habia otra opción que volver a Roma. Fustrados y cabreados nos volvimos a la estación de ferrocarril renegando de Viterbo y de que no hubiera una estacion de autobuses, que nadie supiera donde paraban los autobuses y que la compañia tuviese las paradas dispersas y sin señalizar, además de que en la oficina de Turismo no hubiera planos y la información fuera tan ambigua ya que nos había dicho ‘delante de la estación’ pero en realidad era al otro lado de las vias y no precisamente ‘delante’ sino a 300 metros.

Otra sorpresa la tuvimos al ver que en el cuadro de horarios que había en esa estacion (pero no en la otra de Viterbo, que solo habia un papel escrito a mano) podíamos leer que una hora ante había pasado un tren a Bomarzo. Casi perdemos el tren de regreso, que nadie anunciaba y parecía que iba a otro sitio. Finalmente llegamos a Roma-San Pedro, la estación junto al Vaticano y decidmos dar un paseo por San Pedro. Aun era de día y pudimos hacer algunas fotos.

ExposiciónAprovechamos también para ver una exposición sobre los 500 años de la construcción de la basílica que Montserrat Pin me había recomendado vivamente. Salimos defraudados y asqueados. Nos cobraron siete euros y el conjunto de materiales expuestos ocupaba tres o cuatro salas no muy grandes. Entre el material expuesto habia bastantes facsímiles y objetos que aún no habían sido colocados. Además no se podía hacer fotos y lo unico que me interesó (alguna maqueta y dibujos) no pude fotografiarlo y ni siquiera había un folleto o un tríptico a modo de explicación. Total: un timo más grande que la propia basílica. Pasamos después al interior del templo del que recordaba sus inmensas proporciones para volver a asombrarme y encontrar mil detalles nuevos de una obra monumental donde las haya.

Maravillado por el aspecto artístico, me quedé sin embargo asombrado también por lo ajeno que me parecía todo en el aspecto religioso. Luego hablando por teléfono con Jose Luis me recordó la frase que explicaba el fenómeno: «Roma veduta, fede perduta».

De San Pedro fuimos por la via della Conzilliazione al castillo de Sant Angelo donde llegamos cuando anochecía y ya noera posible visitarlo. Por el puente monumental del mismo nombre pasamos al otro lado del rio y callejeando nos acercamos hasta las inmediaciones de Plaza Navona. Repasamos los locales próximos y cenamos en uno que se llama ‘Navona Notte’ una pizzeria claramente para turistas pero a la que van muchos romanos, como por ejemplo la propia policía. Mientras cenábamos apareció un coche patrulla y una mujer policía se bajó y entró rápidamente en el local. La calle es estrecha y el margen entre las mesas, los peatones y el coche patrulla era poco. Al cabo de una media hora volvieron a aparecer y esta vez salió con una pizza y una bolsa, ¿La cena del comisario?.

Cenamos en la calle, muy bien y barato. Con unos menús muy ajustados en precio, la calidad de las pizzas y la pasta es excelente. Aunque la lluvia hizo un amago, finalmente nos respetó. El postre lo compramos en ‘Tri Scalone’ y nos lo comimos en la plaza. El mio fué el mitico ‘Tartufo’ de la casa que presume de haberlo inventado. Yo desde luego no he probado otro que sea ni tan solo parecido. Mercedes se pidió una tarrina de mango y yogourt que también estaba deliciosa.

Mientras volvíamos a la residencia me llamó por teléfono Alejandro. Alejandro está haciendo el curso de Estado Mayor en Roma y vive con Kira, que tiene una agencia de viajes y a la que ya conocíamos de las fiestas de las patronas del año pasado. Le había llamado el primer día de estancia para vernos. Me propuso hacer una excursión al dia siguiente, visitando una serie de sitios y acabando en una ciudad muy bonita….Viterbo. Le corté y le dije: «Mira, vamos a donde quieras pero a Viterbo, no». Se quedó sorprendido, evidentemente no conocía nuestra experiencia ese mismo día y dijo, «bueno, yo ya lo conozco…» y yo le propuse: «Mira, te cambio Viterbo por Bomarzo, que al fin y al cabo está ahi muy cerca». Mientras hablábamos me dió la impresion de que consultaba un mapa y accedió a que fueramos a Bomarzo, comprendiendo rápidamente que había una necesidad que le desvelaria en cuanto tuviese ocasión. Eso sería al dia siguiente.

Aun no habían acabado las sorpresas, pero la última fue agradable. Al llegar a la residencia nos encontramos con Francisco Jodar y su encantadora esposa. ¡Que alegría me dió ver caras conocidas!. Jodar es el ‘factotum’ de la residencia del Prat y una persona encantadora y amabilisima al que tengo que agradecerle mil atenciones siempre que lo he necesitado. También estaban de vacaciones en Roma, siguiendo como nosotros un ritmo endiablado de ‘rompepiernas’.

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El bar de Makram

Buscábamos una taberna o similar llamada «Fidelio» en la que según el ya mencionado libro guía servían con acierto y a buen precio ensaladas y tablas de quesos acompañadas de vinos. En el mismo lugar que debía estar había un local con el único letrero de «vinería» sin mas indicaciones sin carta ni precios en la puerta o a la vista y para colmo, muy poco concurrido.

No sabíamos que hacer, porque los indicadores no aconsejaban entrar y a mi no me gustan los restaurantes que no tienen la carta en la puerta. Pero habíamos andado mucho y las otras opciones pasaban por cenar pizza y nosotros queríamos cenar de ensalada.

Quedamos de acuerdo en entrar y mirar la carta y si no nos complacía, hacer como los «guiris»: levantarnos e irnos. En la carta encontramos lo que buscábamos y nos pedimos una ensalada, un plato de quesos variados y un plato de lasaña acompañado de un cuarto de litro del vino de la casa. El vino de la casa era bastante corriente.

Mientras nos traían la cena, el mantel de papel blanco me pedía a gritos que dibujase algo. Quizás la inspiración fue un cuadro que tenia enfrente en la pared, el caso es que empecé a dibujar a Mercedes mientras ella me echaba una foto y seguí dibujando todo lo que la rodeaba. Al camarero, que resultó ser el propietario le hizo gracia y me cambió el mantel para que pudiera dibujar a gusto. Durante la cena lo fui completando y ello nos llevó a una amena charla con Makram, que así se llamaba el dueño del local.

Makram es un egipcio de religión cristiana, tiene más o menos mi edad y llegó a Italia en los ochenta. Resultó ser un hombre muy agradable, de charla amena y carácter afable. A pesar de la barrera del idioma conectamos bastante bien. Nos invitó a un refrescante vino Frisanti y naturalmente le regalamos el improvisado dibujo en el mantel con una rima incluida:

Aqui hemos venido
hambrientos y cansados
hemos bebido vino
y hemos comido sano

Si el precio lo merece,
volveremos a encontrarnos
siempre que a Roma vuelva
y tenga que repostar

No es una maravilla de métrica y rima, pero sobre la marcha es lo que me salió. Aunque en España es frecuente acostarse muy tarde si estas a gusto acompañado de los amigos y de un buen vino, pensamos que aquella gente tendría que trabajar al día siguiente, no como nosotros que estábamos de vacaciones. Por otra parte, estábamos cansados de patear Roma y al día siguiente queríamos salir de excursión.

Nos despedimos de Makram, intercambiamos la dirección de correo electrónico y yo le dejé la de «mis» páginas web. Nos hizo prometer que volveríamos a pasar antes de irnos de Roma. La dirección iba en una tarjeta que pusimos en el libro y se perdió, aunque si volvimos a vernos antes de irnos de Roma. Espero que Makram lea esto y nos escriba para no perder el contacto.

MAKRAM: Noi abbiamo perso la carta con i vostri email, per favore, scrivali noi

Nota: Editado el 26/03/2024 para corregir caracteres codificados erróneamente en el proceso de copias de seguridad y restauración.

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Un paseo por Roma

Cojer un autobús al centro no fue fácil: la información de que disponíamos era escasa. Solo la lista de paradas de cada linea en la propia parada. Consultarla y comparar con el mapa que llevábamos era poco productivo: cuando nos cansamos de hacerlo tomamos el primer autobús que llegó. Casi nos salimos del mapa y de Roma. Es curioso como puede cambiar la situación el hecho de disponer de una buena información. Un mapa de las lineas de autobús, una conexión a internet para averiguar los itinerarios adecuados y los enlaces posibles…sin información nos sentimos perdidos y desorientados, dependemos de nuestras fuentes de información.

Como llovía, nos lo tomamos como un recorrido turístico por los barrios del norte. Después de un trasbordo y frente a la isla Tiberina, atravesamos el rio hacia el norte por los puentes que la cruzan ( Ponte Cestio y Ponte Fabricio) en su centro y nos fuimos a buscar la plaza Matei, donde está la fuente de las tortugas y una pasteleria judía que según el libro guía, tenía que estar muy cerca, en via Octavia. La encontramos pero cerrada y faltos de café como íbamos, nos metimos en un pequeño local llamado Cafetería Guido, donde tomamos con el café una tarta que estaba tibia y deliciosa, de queso Mascarpone y trozos de chocolate.

Desde alli, aprovechando que la lluvia parecía haber remitido, fuimos paseando hacia el campo di Fiori, por una calle llena de tiendas de ropa. En una de ellas encontré una corbata que me gustó: sobre fondo azul, elefantes color naranja, que me recordó el logoptipo de ‘Meneame’. Tuve que prometer que no me compraría más corbatas en todo el viaje, algo que fue muy duro de cumplir, pues vi muchísimas a buen precio, de seda y con diseños estupendos. Y es que yo opino que un hombre nunca tiene suficientes corbatas, pero Mercedes piensa que lo que no tengo es espacio en los dos corbateros del armario para guardarlas. Ella siempre tan práctica.

Elefantes

Campo di Fiori es una plaza muy animada y con un aspecto muy agradable. Alli, como es muchos otros sitios de Roma hay una fuente con un agua fresquisima y excelente para beber. El agua de las fuentes de Roma es siempre potable y muy buena. Nuestro paseo siguió hacia el Trastevere. Después de pasear por el barrio, con muchas calles estrechas y retorcidas, lleno de gente y de vida, nos paramos a tomar una cerveza en una terraza.

La camarera que parecía argentina por el acento me dijo muy amable que si queria practicar podía seguir hablándole en italiano. Una forma muy sutil de decirme que mi italiano es deplorable. Algo parecido me había dicho Paolo, un investigador que conocí en el archivo: “hábleme en español que le entiendo”, a lo que yo le repliqué: “si, probablemente mejor que en mi deplorable italiano”, su amable sonrisa me hizo comprender que de mi italiano solo se apreciaba la buena intención de hablarlo. Son cosas que pasan cuando uno es puramente autodidacta.

Volviendo al Trastevere, me pedí una cerveza escocesa porque la que había pedido Mercedes el día anterior cerca de plaza Nabuona estaba exquisita. Esta vez también me gustó y por tanto he tomado nota: “Cervezas escocesas, levemente tostadas y con ligero sabor a roble: me gustan”. El lugar era tranquilo y allí hicimos tiempo para cenar y descansar los pies. Con la cabeza recostada en un árbol estratégicamente situado creo que incluso llegué a dormirme levemente. Cuando nos levantamos buscábamos los sitios recomendados en la guia y asi llegamos a la ‘vineria’.

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Cambio de alojamiento

Los viernes, el horario del Ufficio Storico es solo hasta las 12:00, así que cuando salí del archivo llamé a Mercedes, que estaba en el centro y me fui al hostal a por las maletas. Nos tocaba hacer el cambio de alojamiento. Dejábamos “B&T Trani” para pasar a la Casa de l’Aviatore. Desgraciadamente esta residencia tiene dos centros y nos habían dado habitación en el ubicado en Via Spallanzani. De haber tenido habitación en Viale dell’Università habríamos estado excelentemente situados porque como puede verse en el mapa la residencia (bandera triangular verde) está justo al lado del archivo (cuadrado rojo con ‘X’) aunque la entrada es por Via Pretoriana (Circulo rojo). Los 1200 metros hasta via Spallanzani son tres o cuatro paradas de un autobús (649) con horarios bastante irregulares que lleva hasta la Estación de Roma Termini.

Mapa

Nos dimos una buena caminata hasta nuestro nuevo alojamiento. Cuando llegamos, dejamos las maletas y salimos a comer y a nuestro recorrido turístico. Lo primero lo hicimos en un bar de Via del Policlinico, frente a la parada de metro del mismo nombre, donde comimos pizza al taglio (cortada en porciones) de variedades diferentes. Nos gustaron mucho las de brócoli con tocino entreverado y la de rúcula con bresaola.

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Un dia muy largo

Por fin estamos en Roma. Escribo desde el mismo hostal donde nos alojamos, donde he encontrado que puede accederse a internet sin cargo durante todo el dia, desde una terminal para todos los huespedes.

Ayer la lluvia complicó un poco nuestra salida. Entrar en Girona para recoger a Beatriz fué una auténtica locura, pero era ella la que nos tenía que llevar al aeropuerto y quedarse con el coche para recogernos a la vuelta. Girona era toda un atasco. Aun así las previsiones funcionaron correctamente y llegamos un par de horas antes de la hora de salida de nuestro vuelo.

Había recibido un email de Ryanair en el que me advertian que debido a la huelga de ‘handling’ no podíamos facturar equipaje y directamente decidimos viajar solo con equipaje de mano, lo cual resolvió nuchas de mis dudas sobre los cachivaches que tenía que llevar. El aspecto del aeropuerto era lamentable. Le daba a uno la sensación de caminar entre los supervivientes de un naufragio o en la antesala del juicio final.

Habia muchos turistas a los que no les habría llegado el email o que sencillamente querían vover a su casa con el equipaje que trajeron de vacaciones y saber que no podian hacerlo suponía cientos de pequeños dramas. La gente se ponía dos y tres pantalones, varios jerseis (hacia calor), metía el resto de la ropa en una bolsa de plástico y abandonaba las maletas. Lo mas triste que vi fue un indignado turista saltando sobre las maletas rigidas que se disponía a abandonar para inutilizarlas, presa de la rabia y la indignación.

Nuestro vuelo llegaba a Ciampino bastante tarde y aunque había hablado por teléfono con el propietario del Hostal, estaba preocupado porque había leído en alguna guía que el barrio donde iba a alojarme no era muy recomendable por la noche. El vuelo salió con retraso y en Ciampino tomamos un autobús hacia Roma Termini. Cuando llegamos frente a la estación nos bajamos y le preguntamos al conductor por los horarios para la vuelta. Para informarnos nos dió un horario impreso. Apenas habíamos andado dos pasos y desaparecido el autobús, nos dimos cuenta que habíamos olvidado en el mismo un bolso con la cámara de fotos de Mercedes, la tarjeta de 1 Giga nueva que nos habia dejado Beatriz, todos mis papeles para ir al Ufficio Storico y alguna cosa más.

Mercedes se quedó horrorizada, menuda forma de empezar unas vacaciones. Miramos en el horario y vimos que el primer autobus salía las 04:30, solo al cabo de unas horas. Buscamos el Hostal donde nos alojabamos que estaba muy cerca de la estación y me puse el despertador del teléfono y de la PDA. Despues de dormir tres horas, cuando llegó el autobús, estábamos los primeros en la parada. El conductor había encontrado el bolso y lo tenía allí preparado, nos desicimos en ‘mille gratie’ y volvimos al hostal. Yo aún dormí una tercera etapa (la primera la había dormido en el avión) y a las 08:00 ya estaba en pie para ir al Ufficio Storico.

Salimos juntos y nos fuimos hasta la puerta del complejo donde se encuentra el Ministerio de Defensa de Italia. Alli Mercedes emprendió su mañana de turismo y yo pasé a identificarme. En cuanto me vieron los soldados de la oficina de identificación me dijeron algo de «Storico?», y yo pensé: «Vaya ojo clínico que tienen, en seguida han sabido a donde iba». Me hicieron la ficha y me dijeron que vendrían a buscarme.

Como no es el trato habitual a los investigadores que me habían contado Miquel Rustullet y Joaquin Ejarque y Miguel Santiago, pensé que sería una atención debida al hecho de haber solicitado la visita a través de la Embajada.

Vino una marinera y me dijo que la acompañase. Entramos en el primer edificio, una mole impresionante y subimos en un ascensor a unas estancias muy amplias y lujosas. Me señaló una habitación y me pidió qe esperase alli. En la puerta acerté a leer una placa que decía «Subsecretaria de Defensa, Sala de visitas». Al instante apareció una secretaria que muy amablemente me pidió que la acompañase. Yo estaba asombrado por el recibimiento, pero pensé que tanto paseo me iba a hacer perder tiempo. Cuando entramos en un antedespacho que tenía un cartel en la puerta que decía: «Subsecretario de Defensa» más que asombrado estaba patidifuso. Me abrieron una puerta de esas de tres metros de alta y tras ella habia una mesa muy grande y un señor muy serio de pelo blanco trabajando en ella.

Me miró y no dijo nada. Miró al funcionario que me acompañaba y el funcionario me miró a mí. Cuando aquel señor tan serio me volvió a mirar pensé que me tocaba presentame y lo hice en mi italiano macarronico. Otra tanda de miradas en silencio al funcionario y a mi y al final me pregunta que a donde iba o que quería, entendi el sentido pero no el texto. Le expliqué que venia al Ufficio Storico a consultar documentos, pero no parecian entender nada. «Si, tengo un mensaje de l’Aviazione italiana, autorizando la visita» decia yo, pero me puse a buscar en los papeles y el maldito papel no aparecía, al final llegaron a la conclusion que se habian equivocado de persona, me pidieron mil excusas y salimos del despacho. En el antedespacho la secretaria me explicó que el subsecretario esperaba a alguien llamado de apellido ‘Storico’, se volvieron a deshacer en excusas yo les dije que no había ningun problema, que estaba encantado con un recibimiento de semejante categoría y me pusieron un soldado, esta vez de aviación para que me acompañase al Archivo.

Cuando por fin llegué a las dependencias del Ufficio Storico me encontré una recepción más sencilla pero igualmente amable. Me dieron la guia de temas de la documentación MDA-OMS (Ministerio Difesa Aeronautica- Operzazione Militare in Spagna) y me llevaron a la sala de lectura.

Después de darme cuenta que había olvidado algunos esquemas de trabajo que había preparado especialmente, me he puesto manos a la obra. A las dos he salido de alli bastante satisfecho del rendimiento obtenido aun siendo el primer día.

Al salir he llamado por teléfono a Mercedes y le digo «Hola cariño, Donde estás?, y me dice: «en Barcelona, claro!», Cuando le he contestado con una exclamación algo así como «Pero qué dices!», me ha dicho Ah, claro, tu llamas a tu mujer, y yo soy Mercé Molist!».

Cuando por fin he localizado a mi esposa, estaba esperandome en la habitación. Nos hemos ido a comer a un restaurante próximo. El resto de la tarde lo hemos dedicado al turismo, para acabar cenando en Baffeto una memorable pizzeria próxima a la Plaza Navona. Alli hemos conocido al vernos obligados a compartir mesa a una agradable pareja de estadounidenses. John y Sherry son de Pensilvania y pasaban una semana de vacaciones en Italia. Nos hemos contado parte de nuestra vida. John habia estado en Madrid y hablaba un poco de español y yo he desempolvado mi inglés. Hemos quedado en escribirnos para que les envie por email la foto que hemos hecho.

Sin embargo no podré poner las fotos aqui hasta que estemos de vuelta y pueda subirlas a Flickr desde casa.

En definitiva, ha sido un día muy intenso y ahora solo tengo ganas de irme a dormir, pero estoy aqui peleándome con este teclado italiano que no tiene acentos y me obliga a codificar cada letra con acento o n con tilde.

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Antes del examen

No cambiamos. Con esfuerzo, maduramos y mejoramos un poco, pero como decia Manuel Darío en la Academia, «El destino es el destino y el que nace lechón, muere gorrino«. Y yo de estudiante me pillaba el toro casi siempre y el día antes del examen tenía que pegar un apretón.

Y eso es lo que me pasa ahora que estoy aqui preparando los papeles para llevarme al Ufficio Storico al mismo tiempo que la maleta. Diagramas, esquemas y listados de operaciones y de números de carpetas para consultar. He llamado a mi amigo Miguel Santiago Puchol y me ha inundado con un torrente de datos y recomendaciones. Miguel es un hombre asombroso al que le sobra la capacidad para los detalles que a mi me falta y como buen auditor tiene la cabeza organizada como un cuartel: cada cosa en su sitio y a su hora y de un sitio a otro corriendo. La verdad es que su aportación es muy importante y creo que me va a servir para aprovechar el tiempo, lo cual es fundamental, porque la hora de archivo en Roma, incluso a pesar de las ofertas de Ryanair, sale muy cara.

Tambien he hablado por teléfono con el Tenente Coronel Bartallani, al que me han indicado como ‘enlace’ desde la agregaduría donde además me han ayudado para reservar el alojamiento y solicitar la visita al archivo. Mañana me esperan. La verdad es que ahora que pienso, he movilizado a un montón de gente para mi investigación y todos han sido extremadamente amables. Si alguna vez el resultado de este estudio se publica, el apartado de los agradecimientos será merecidamente extenso.

Estudio

Hoy llueve en Figueras y según las previsiones, mañana y pasado lloverá en Roma. No deberíamos haber retrasado tanto el viaje. Septiembre es un buen mes para disfrutar de vacaciones.

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