Ni Moros ni Cristianos

Durante nuestro reciente viaje a Murcia, se estaban celebrando las Fiestas de Moros y Cristianos. Por regla general lo que se conoce como «festejos populares» no me atrae demasiado. Por varias razones, entre las cuales quizás las más importantes sean que no me gustan las multitudes y que no me gusta divertirme por obligación.
Lo de las multitudes no es exactamente una demofobia o una agarofobia. Puedo estar en espacios abiertos con multitudes, pero por regla general, no lo encuentro divertido. Prefiero las playas solitarias a esas que huelen a aceite bronceador, los recitales con asiento al mogollón de los fans bajo el escenario, en fin, que es un tema de comodidad y relajación, algo que cuando vas tropezando con seres humanos, no resulta muy fácil.
Eso elimina de mi lista de diversiones la mayoría de los «festejos populares«, precisamente por el hecho de serlos: Las Fallas, La Feria de Sevilla, Los Sanfermines, El Rocío, La Tomatina, La Tamborada y tantos y tantos otros donde la gente se lo pasa fenomenal empujándose, intercambiando olores corporales y salpicaduras diversas, tanto de bebidas -preferiblemente alcoholicas- como de fluidos corporales, alientos fétidos y miradas extraviadas, cuando no insultos o puñetazos. Que conste que considero muy libre a cada cual de divertirse como quiera y abogo por la libertad de cualquier diversión inocua, siempre que no sea obligatoria.
Llegando a este punto se me podrá preguntar que cual es entonces la fiesta de Murcia que más me gusta. Pocas. Una …o ninguna, no recuerdo bien. Los Murcianos, a los que quiero como si mis propios paisanos fueran, hijos de una tierra en la que me encuentro fenomenal los días laborables que no hace mucho calor, tienen una tendencia odiosa a la aglomeración, cuya manifestación más deleznable es el desfile bloqueador.
El desfile bloqueador es el mecanismo por el cual mediante comparsas, peñas, mulatas de escuelas de samba, familias enteras vestidas de huertano, sardineros, los nazarenos “Moraos” de nuestro Padre Jesús o los Salzillos, fiesteros murcianos en general se distribuyen para bloquear la circulación en el centro de Murcia en ocasiones incluso formando barricadas con lineas de sillas o tribunas.

Ni moros, ni cristianos

Parte de ese afán exhibicionista lo comparten también los Moros y Cristianos, una fiesta sin raíces ningunas en la ciudad de Murcia, «tradición» creada de forma completamente artificial en el año 1983 no se bien si por la mera excusa de entorpecer el tránsito o por envidia carnavalesca de los disfraces y alhajas de algunos pueblos levantinos donde sí es tradicional esta fiesta.
En general la diversión consiste en gastarse lo que no está escrito en trajes sin ningún rigor histórico -ni siquiera cinematográfico- para poder pavonearse por las calles entorpecidas, formando ruido propio o de gaitas y cencerros foráneos y mercenarios para luego retirarse a los «campamentos», «

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Idea MÅLA en Ikea

MÅLA es el nombre de un utensilio que explica bastante bien su utilidad, ya que en sueco quiere decir «PINTURA».
Estaba en la sección de niños y se proponí­a como una fuente inagotable de papel para pequeños artistas que una vez realizado su dibujo pueden recortar el papel y correr a enseñárselo a papá o a mamá. Mis «niños» ya no están en esa edad y quizás por eso yo le vi a MÅLA otra utilidad evidente.

MALA

Mercedes tiene, como sabéis, un excelente blog de cocina. Además de ser una cocinera virtuosa, acomete todas las empresas que se propone con decisión y constancia, de forma que aunque me costó algo convencerla de que la forma ideal de su libro de recetas serí­a un blog, desde que se decidió lo ha llevado adelante con una productividad envidiable, lo que le ha proporcionado un éxito creciente.
Muchas de las felicitaciones que recibe por sus recetas hacen hincapié en la importancia de las fotografí­as y como el aspecto de la comida les ha animado a leer o a hacer la receta. Por eso Mercedes se preocupa mucho de ese aspecto y ha introducido diversas novedades, como comprar platos sueltos de diferentes colores para variar el ‘paisaje’ de sus recetas, poner mantelillos u otros fondos diferentes al que sin duda es el fondo más popular en las fotos del blog: la piedra del mostrador de la cocina. También usa Snagit, un software para producir efectos en los bordes de las fotos (que además permite capturar pantallas y otras muchas utilidades).
Espero que este sea solo el primer elemento de un «mini-estudio» de fotografí­a para realizar bodegones. Mi compañero Fermí­n me enseñó el otro dí­a la web de Dealextreme una tienda on-line donde hay un montón de chucherí­as para fotografí­a e iluminación, además de la siempre considerable American Photo Imp..

MALA Prueba

Por último comentar que cuando lo vi pensé que este artilugio recibirí­a el premio «mueble más fácil de montar» de Ikea, pero no fue así­: sus únicos cuatro tornillos fueron dificilí­simos de atornillar, entre otras cosas por su mala calidad y una perversa tendencia a que el agujero exagonal de su cabeza se convirtiera en completamente redondo.

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Dibujo o fotografía

Desde los inicios de la fotografía ha habido artistas que han intentado que sus fotos parecieran obras de arte hechas a mano. No deja de ser una paradoja, ya que muchos artistas han pasado su vida intentando que sus pinturas fueran tan reales como una fotografía.
Hoy el software permite realizar con suma facilidad transformaciones que antes requerían un enorme esfuerzo o una depurada técnica. Pero combinar los efectos para obtener el efecto deseado no es fácil y sobre todo, lo más dificil resulta precisamente dar un aspecto imperfecto al resultado final, ese toque de inexactitud que solo el talento humano puede obtener.
Hoy he encontrado un enlace en Ciberp@ais que me ha llevado a una web sumamente interesante ya que permite transformar una imagen aplicando diversos efectos de forma que parece un dibujo o un boceto en diferentes estilos.

Autorretrato en Be Funky

De forma completamente gratuita se pueden subir fotografías desde nuestro ordenador y compartirlas en diferentes redes sociales. Los efectos pueden aplicarse y graduarse, de forma que el numero de combinaciones es suficientemente numeroso como para comprometer nuestra productividad, lo cual resulta con frecuencia algo completamente deseable.
Nota 25/10/2009 : Hoy me he dado cuenta de que me había olvidado de poner el enlace a Be Funky, la web que se menciona en el artículo.

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Excusas y tecnología

Me dijeron hace mucho tiempo que «las excusas son como la raja del culo: todos tenemos una» y el paso de los años me ha enseñado cuanta verdad hay en esa frase. La mejor forma de evitar recordarla con vergüenza es asumir la responsabilidad de los propios errores.
Los mecanismos que nos llevan a deducir que estamos siendo objeto de una excusa, es decir, que nuestro interlocutor nos está contando una milonga tiene que ver con la capacidad de deducción.
Por ejemplo, alguien que no contesta a nuestras llamadas a su móvil nos dice que «lo tenía apagado». Vale, ¿Y cuando lo encendiste, no te apareció un mensaje de «llamada perdida»?.
El caso es que hay tecnologías que propician los errores, como por ejemplo el Fax, ese nefado invento al que Nicholas Negroponte llamó «una gran mancha en el paisaje de la información» (El Mundo Digital, pág.222, ISBN:8440659253). Cuando enviamos un Fax no tenemos ninguna garantía de que haya llegado a su destinatario. A lo sumo sabemos que una máquina nos contestó que el protocolo de transmisión había finalizado con éxito, pero nada sobre si quedaba papel, si el receptor pasó por la oficina a leerlo, si el texto quedó legible…
Otras tecnologías nos dan confianza absoluta, aunque nunca deberíamos confiar de forma absoluta en nada.
Un par de días antes de viajar a Inglaterra escribí un correo a mi amigo John Partridge, para ver si podíamos vernos ya que iba a pasar a pocos kilómetros (digamos millas, que queda más británico) de su lugar de residencia. Me sorprendió no recibir respuesta y me quedé algo compungido pensando que le había avisado con poca antelación. Nuestro tercer y último día en Inglaterra era cuando nos acercaríamos a Peterborough, la ciudad próxima a la residencia de mi amigo, así que decidí llamarle. Estaba en su casa y no había leído el correo. Quedamos para el día siguiente y colgué el teléfono.
Mercedes procedió según la costumbre femenina de exponer los inconvenientes una vez que algo ha sido hecho y no antes, sembrando en mi ánimo la duda sobre si la hora a la que habíamos quedado sería conveniente, por lo que decidí volver a llamar a John. Para mi sorpresa, una voz en inglés me informaba de algún tipo de error en la marcación del número. Un número que apenas cinco minutos antes era correcto y con el que había estado hablando. Usaba mi teléfono móvil, de forma que no había vuelto a marcar el número sino que había repetido la llamada, de forma que el error de marcación no era posible. Esta primera sorpresa me distrajo de la posible inconveniencia de la hora y desistí de llamar.
Al día siguiente, llegábamos tarde a la cita por culpa de un bordillo agresivo del que ya se dio cuenta en este blog. La voz repetía de nuevo en mi teléfono un mensaje que a base de repeticiones conseguí entender: «El número que usted marca es incorrecto, pruebe a marcar otra vez o consulte con el ciento y pico…» que supuse sería el número de información.
Llamé a John a su teléfono móvil. «El número marcado no está en uso», mayor asombro. El día anterior leí el numero del su móvil en mi agenda a John, que lo reconoció como el suyo. Cuando llegamos a Peterborough, solo había un sitio en el cual sabía que nos encontraríamos con John, frente a la preciosa catedral de la ciudad donde está enterrada Catalina de Aragón, reina de Inglaterra como primera esposa de Enrique VIII. John no estaba allí y por más que lo buscamos no aparecía.
Yo estaba desesperado: era prisionero de la excusa más absurda que pueda inventarse, una excusa que yo nunca habría creído. Un número se usa para llamar y cinco minutos después ya no funciona, y el mismo usuario tiene su teléfono móvil inaccesible.
John, además de amigo mío, es un caballero inglés y si yo hubiera aducido tal excusa no habría dado señal de ponerla en duda, pero ¿como podía usar una excusa que ni yo mismo habría creído?

Peterborough

De una forma completamente casual y afortunada, después de haber desistido de encontrarle y haber visitado la catedral, cuando ya habíamos decidido volver al coche y abandonar la ciudad hundiéndome en la ignominia y la vergüenza, víctima de la tecnología telefónica, nos encontramos con John. Después de explicar nuestro incidente con el bordillo le expuse los inexplicables fallos de los teléfonos, insistiendo en que escuchase por si mismo el mensaje de error de su supuesto teléfono fijo y la negación de su teléfono móvil. No lo hice por que él tuviera dudas: era por que las tenía yo. Insisto, jamás habría creído absolutamente a nadie que me hubiera contado semejante milonga. ¿Dos fallos poco probables, el mismo día y con el mismo sujeto?. He repetido demasiadas veces que la casualidad no existe, pero después de esta experiencia, cuando hay tecnologías presuntamente seguras por en medio, … dejadme que os dé un consejo: Dudad por sistema de la tecnología y creed a los amigos. Si alguna vez os dan una excusa solo hay dos explicaciones posibles: O es cierta o tu amigo necesita que lo sea, en cualquier caso, como amigo solo tenéis la opción de creerle.

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No me lo puedo creer

Una buena forma de recuperarse de una visita a Inglaterra es venirse a Murcia. Y dicho y hecho, nos hemos tomado unos dias de descanso en Murcia, donde son las fiestas de Moros y Cristianos. Pero estas merecerán un comentario aparte.

Hoy toca recordar uno de los productos más simpáticos del Reino Unido. Lo conocí a la hora del desayuno en casa de mi hermano en Oxford, en el verano de 2007. Mira por donde, a la hora del desayuno, con las legañas en los ojos y practicando inglés, ¿Que es lo que dice en la terrina de la margarina?

I can't believe

«I can’t believe it’s not Butter«, o sea, «No me puedo creer que no es Mantequilla«. La carcajada fue inevitable. ¿Humor Inglés?, ¿Puro ‘marketing’?, ¿Tomadura de pelo?.
El caso es que la probé y para ser margarina (a mi me gusta más la mantequilla, lo del colesterol son infundios), la verdad es que es muy buena.
Según mi hermano Luis Miguel, la habían comprado en el Tesco. Si viviéramos en el Reino Unido, yo sería de Tesco. Bueno, Mercedes no me dejaría ser de ningún otro supermercado. Le encanta el Tesco.
Al lado del Hotel en Cambridge había un Tesco y la visita fue obligada. Por supuesto hicimos algunas compras, pero al pasar por delante de nuestra margarina británica favorita, no pude resistirlo y le hice una foto con el teléfono.
En la los comentarios de la foto en Flickr, Alvaro, que siempre está al quite de las novedades en mi cuenta, deja entrever que el anuncio en TV del producto es aún más divertido. Por favor, que alguien me pase la dirección del mismo en Youtube, por que seguro que está.

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Conducir por la izquierda

Que raros son lo ingleses. O quizás no tanto. A ver si va a resultar que los raros somos nosotros. En cualquier caso una de las experiencias más pavorosas de viajar a la Gran Bretaña es la de conducir por la izquierda.
Conducir es de esas cosas que hacemos instintivamente y por tanto es más dificil de cambiar. No se trata solo de mantener la izquierda en una carrretera, algo relativamente fácil a costa de llevarse de vez en cuando el bordillo o pisar la raya que marca el arcén. También hay que tomar las rotondas en sentido contrario y al doblar una calle elegir el lado correcto, algo muy difícil si no lleva uno un copiloto repitiendo continuamente: “por la izquierda, por la izquierda…” Además hay que mirar al lado correcto cuando vamos a salir a otra vía.
Mi gran descubrimiento en estos días fue que a pesar de tus esfuerzos por mantenerte a la izquierda, los bordillos te atacan y se abalanzan a morderte las ruedas. ¿Como puede ser eso?. Pues ese es el descubrimiento. Aunque te concentras para mantenerte en el carril adecuado, instintivamente tratas de ver ese carril como siempre, cuando vas en tu coche sentado a la izquierda, pero ahora vas a la derecha, así que cuando tu crees que estás correctamente situado, llevas al coche pisando el bordillo o peleándose con él.


Mapa del mundo mostrando el sentido de circulación de todoslos países así como cualquier cambio ocurrido en elpasado, a partir del cambio de Finlandia en 1858. Después de todo, parece que no somos tan raros.

     conducen por la derecha
     condujeronpor la izquierda, ahora lo hacen por la derecha
     conducen por la izquierda
     condujeronpor la derecha, ahora lo hacen por la izquierda
     conducen por la izquierda
     tuvieron diferentes normas de circulación dentro de sus fronteras, ahora conducen por la derecha

Fuente:Wikipedia, la Enciclopedia Libre

Nota (15/09/200) : Como colofón de esta crónica me permito añadir una imagen hasta ahora no publicada en Flickr en la que puede apreciarse la magnitud del daño, de cuyas consecuencias nos salvó el oportuno y siempre aconsejado pago del seguro a todo riesgo en el momento del alquiler del coche.

Cambiando la rueda

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Demoliciones y explosivos

Las explosiones atraen a los niños como las golosinas. Quizás sea por el ruido, la sensación de poder que conlleva la destrucción de algo en principio sólido, o quizás sea solo el amor a lo prohibido o una forma de sublimar los sentimientos negativos, las frustraciones y la violencia.
El caso es que allí donde haya petardos, pólvora o fuego, si tienen acceso, habrá niños. Y yo creo que no hay que escandalizarse ni intentar protegerlos de los instintos criminales, ni pensar que se convertirán en neuróticos violentos por sentirse atraidos por la destrucción.
Como en tantos otros aspectos de la vida el niño destruye para comprobar su fuerza, para constatar las leyes de la física, en definitiva para explorar los límites de su mundo.
Es mucho mejor que estas experiencias se realicen bajo una lejana vigilancia y se desdramaticen a darles una excesiva importancia, concediéndoles el atractivo de lo prohibido o el mayor poder de todos: el de trastornar a los padres.
Creo que a estas alturas ya se me ha notado que en mis años mozos hice mis pinitos como dinamitero. La pólvora era casera y fabricada según diferentes fórmulas, los sistemas de ignición sofisticados hilos de estropajo de aluminio activados con dos pilas de petanca y los objetivos, piedras de diversos tamaños que la casualidad quiso que nunca nos cayeran encima.
Después vendría la época de los cohetes propulsores, lo nuestro era pasión por la física experimental.
Estoy seguro que habríamos disfrutado casi lo mismo si hubieramos contado con Demolition City, un juego estupendo cuyo objetivo es destruir estructuras y conseguir que los restos queden dentro de unos límites. Para destruir una estructura hay que saber, aunque sea de forma intuitiva donde hace el mayor esfuerzo. Este es un juego de dinamitero inofensivo y con el que se puede aprender mucha física, recomendable para niños de cualquier edad.

Demolition City

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Rotarios y Leones

El jueves de la semana pasada tuve ocasión de asistir a una de las reuniones semanales del Club Rotary Internacional, exactamente a la del círculo de Roses. Cuando se habla del Rotary estoy seguro que hay mucha gente que tiene una idea vaga de que se trata o incluso recuerda haber visto un letrero a la entrada de alguna población señalando el día de las reuniones semanales, una versión laica de los letreros que indican las horas de las misas en algunos pueblos.
Con la desconfianza que nos caracteriza hacia lo desconocido, no falta quien sin asomo de duda tacha de ‘sectario’, ‘elitista’ o ‘de carácter masónico’ a este grupo, que comparte los calificativos con otra organización similar, el Club Internacional de los Leones. Hay que decir también que es frecuente que las personas que hacen estos comentarios no conozcan en absoluto las organizaciones ni a ninguno de sus miembros y por ello deben ser catalogados como rumores de nula credibilidad.
Pero ¿Que son el Club Rotary o el Club de los Leones?. Lo primero que tengo que advertir, antes de empezar a expresar mis opiniones es que yo no soy miembro de ninguna de las dos organizaciones ni entra en mis planes ingresar en ninguna. Mis opiniones están fundadas en lo que amigos y conocidos, miembros de las mismas me han contado sobre ellas y en la información que puede encontrarse sobre las mismas en internet.

Rotary
Leones

Para hacer una aproximación rápida diría que ambas organizaciones son lo que hoy conocemos como una ONG. Lo que pasa es que al datar su fundación de principios del Siglo XX su «imagen» no cuadra con algunas de las ONG más modernas. Por otra parte ambas organizaciones, sin menospreciar los proyectos que puedan promover a nivel mundial, intentan mejorar la situación sobre todo en su propio entorno.
Son sociedades filantrópicas, sin que ello implique una aportación dineraria de sus socios, sino que estos procuran mediante campañas o proyectos la obtención de fondos aportando, eso si, su esfuerzo y su trabajo organizativo.
La diferencia entre la filantropía y la caridad es que mientras que la primera es una generosidad movida por el amor al género humano, la segunda es una virtud teologal, porque ambas asociaciones, dentro del respeto a las creencias de sus miembros son de carácter completamente laico.
Tampoco es de extrañar que hayan sido acusadas en ciertas ocasiones de ser de carácter masónico, un adjetivo que en una época se aplicaba a todo aquello que no fuera de inspiración clerical. En realidad los fundadores del Rotary eran masones norteamericanos, lo cual no tiene nada de extraño ya que la filantropía es sin duda uno de los principios respetados por los masones cuyo espíritu de servicio está también en los principios del Rotary.
Por su parte el Club de los Leones se fundó también en Chicago, doce años después del Rotary por el empresario Melvin Jones. Su obra social, promovida por los Clubs de Leones se extiende por todo el mundo y por ejemplo en Estados Unidos, donde no existe una organización como la ONCE es conocido su apoyo a los invidentes proporcionando perros adiestrados como guias. Otra señalada actuación del leonismo fué la popularización del bastón blanco para los invidentes, inventado por el argentino José Fallótico. En George Benham, presidente del Club de Leones de Illinois, propuso para uso de los discapacitados visuales un bastón blanco con extremo inferior rojo, a fin de que se les otorgue prioridad de paso.
En definitiva, ambas organizaciones reúnen a personas voluntarias, con espíritu de servicio a los demás y dispuestas a dedicar una parte de su tiempo a mejorar la sociedad. Su cohesión se basa en la amistad entre sus miembros y su actividad se se ordena a través de reuniones que en el Rotary son semanales y en los clubes de Leones mensuales, (con reuniones quincenales de las juntas directivas). Si alguien me preguntase en cual de ambas organizaciones le aconsejaría ingresar, mi respuesta sin ningún género de dudas seria: «unáse al grupo que tenga más cerca y en el que estén sus amigos«.

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Pa amb Xocolata

PortadaCuando apareció el libro, la autora me envió un correo para avisarme. Habíamos intercambiado algunos mensajes sobre temas aeronáuticos detalles que ella necesitaba para documentar el libro. Yo se los busqué y puse una condición: no ser mencionado en absoluto en los agradecimientos del libro. Esta condición, que puede parecer extraña procede de la experiencia obtenida en la lectura un libro de un afamado autor y los agradecimientos por el asesoramiento en temas aeronáuticos de uno de los mayores especialistas españoles en temas de la Legión Condor y la Luftwaffe que vio seriamente amenazado su crédito de erudito debido a que su docto asesoramiento fue completamente ignorado por el autor, que en su libro hacía volar al Stuka a velocidades próximas a la barrera del sonido…
Yo no tengo una fama de erudito que proteger, pero quisiera mantener limpio el solar donde edificarla si llega el caso. Lo cierto es que no compré el libro porque no tenía tiempo de leerlo, pero unos meses después lo ojeé por curiosidad en la fnac y ¡Oh, sorpresa! en la página de agradecimientos decía: «A Roberto, de la Asociación Aire«. No me quedaba más remedio que leer el libro para ver como había sido tratada mi humilde aportación al mismo.
He tardado todavía unos meses en poderlo leer, pero tengo que reconocer que solo me ha costado dos días leerlo enterito, lo cual ya es un punto a favor del libro. Y en el aspecto aeronáutico es bastante prudente, quizás por el hecho de que no incluye muchos detalles, de forma que a sus «gracias» yo debería responder con toda sinceridad y exactitud «de nada». Creo que los fallos que pueden encontrarse en relación a cuestiones aeronáuticas son fallos más bien de sentido común. No se entiende que después de estrellarse un Fiat CR-32 en un bosque, su piloto salga con heridas pero recobre por si solo la consciencia y el aparato se almacene en un granero para después de dos años ser reconstruido por una sola persona…
El libro presenta dos tramas entrelazadas. Una de carácter humano nos cuenta la vida de una familia y un pueblo durante la guerra civil. La otra pretende plantear una intriga que aporte tensión y emoción a la trama. Aunque no lo consigue y está plagada de inconsistencias y hechos difícilmente entendibles o creíbles, hay que decir que su mérito es no estropear la otra vertiente del libro. De hecho, el protagonista principal de la segunda trama, el piloto caido en en pueblo es un componente casi fundamental de la trama humana. El final del libro es una concesión prescindible a la actualidad y lo ‘políticamente correcto’ que no aporta gran cosa, salvo un final discreto.
Yo creo que la autora necesita la oportunidad de escribir un libro sin la presión comercial de la publicación. Muestra una prosa muy agradable de leer que introduce al lector plenamente en el mundo de un pequeño pueblo de Lérida y capta perfectamente la esencia que transporta al lector a las escenas, el libro está bien documentado en los aspectos históricos -se adivinan muchas conversaciones con gente mayor- pero fracasa completamente cuando su pluma se pone al servicio de la industria del libro en lugar de servir a la literatura. Un vocabulario y una redacción cuidada como esta no debería mezclarse con argumentos propios de novelas de veinte céntimos.
Con todos sus fallos, tengo que decir que he disfrutado de la lectura del libro y que puedo recomendarlo, recordando que está escrito en catalán y que no sé si hay planes de publicarlo en castellano. También tengo que decir que a pesar de nuestro pacto, puedo perdonar a Teresa su mención de mi nombre, debido a su prudencia a la hora de entrar en el proceloso mundo de los detalles técnicos y agradecer sin embargo su detalle al recoger la nimia aportación que nuestro intercambio de mensajes pudiera aportarle, de sobras compensada por el placer de intercambiar ideas.

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Las tres historias de Steve

Ya he contado aquí otras veces que no me gusta que me envíen gracias, chistes, campañas solidarias ni rollos tiernos por correo electrónico. Alguno de mis amigos lo ha entendido -casi siempre- y me envía los enlaces en vez de cargar el correo como la flagoneta de un norteafricano camino de sus merecidas vacaciones en el sur.

Así que cuando he visto el mensaje de Miguel, he pensado que puesto que él se ajustaba a mis condiciones, se merecia unos segundos para ver -al menos- de que se trataba.

Y resulta que era un discurso de Steve Jobs -el tio ese de Apple– dirigiéndose a los estudiantes de Standford (una universidad famosa en USA) el dia de su graduación (cuando se ponen esos gorritos ridículos del cuadrado y la borla). Estaba traducido, así que se puede entender aunque el nivel de británico-USA sea paupérrimo, como es mi caso.

Me ha gustado. Gracias, Miguel. Es algo que yo le contaría a mi hijo, pero seguro que no me hacía ni puñetero caso, así que lo dejo aquí a ver si como lo dice otro, se cree algo, o mejor aún, si -lo diga quien lo diga- encuentra algo útil en ello.

Por cierto, hay pocas cosas nuevas bajo el sol y esta no es una de ellas. El discurso fue leído por Jobs en la Universidad de Standford el 12 de Junio de 2005. Lo bueno de los discursos no es lo nuevos o lo recientes que son, sino el mensaje que contienen. Que aproveche.

Editado el 29/11/2023 Al actualizar el sistema de inserción del vídeo, me he encontrado con que el vídeo original ha desaparecido de la red. Lo he reemplazado por uno con subtítulos en lugar de sonido en español. Los que había con lectura en español no me gustaban y creo que en este los énfasis en la dicción de Steve Jobs suplen el inconveniente de la lectura de subtítulos. Pero si no os gusta, podéis buscar los otros en Youtube. Tambien he cambiado el enlace de Steve Jobs de la página de Apple a la Wikipedia. Steve Jobs falleció en  2011, a los 56 años.

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